Génova dispara sus expectativas y el PSOE teme el daño a sus siglas

Génova dispara  sus expectativas y el PSOE teme el daño a sus siglas

La citación judicial de Begoña Gómez, esposa del presidente del Gobierno, por un presunto caso de tráfico de influencias ha irrumpido en la campaña electoral con la potencia suficiente como para obligar a los dos principales partidos a recolocar sus estrategias y sus expectativas electorales. Y ello a pesar de que era un escenario que tampoco ha pillado tan de sorpresa a ninguna de las dos partes. Tanto Moncloa como la dirección popular sabían que este momento llegaría, antes o después, pero la cercanía de las urnas condiciona, inevitablemente, los movimientos de última hora de los dos partidos que más se juegan en este proceso electoral.

De nuevo, como ya pasó en las últimas elecciones generales, la salida de Pedro Sánchez ha sido erigirse en víctima de la misma conspiración de la extrema derecha, de jueces y de medios, aunque, a diferencia de lo que pasó en aquellos comicios, en un marco que no le es propicio. En las pasadas elecciones autonómicas y municipales, el marco fueron los pactos con Bildu, y esto perjudicó al PSOE. En las generales, el marco fueron los pactos con Vox, y el PP sufrió también sus consecuencias.

Ahora, el marco es la corrupción del PSOE, y la segunda carta de Sánchez es una respuesta que no convence mayoritariamente dentro de las filas socialistas, que la observan como una contestación «chapuza» y que deja entrever que juega tácticamente porque no quiere enfrentarse ni al Congreso de los Diputados ni a los medios de comunicación para no tener que dar respuestas que se salen de su discurso preparado.

Los estudios cualitativos que llegan a los partidos confirman que el respaldo de la ciudadanía a la figura de Begoña Gómez es muy bajo, también entre el electorado socialista. Los votantes del PSOE pueden sentirse obligados a defender a su presidente con uñas y dientes, pero nadie por votar al PSOE está obligado a defender a una persona a la que no ha elegido ni forma parte del organigrama del partido. Esto explica por qué todas las armas de Moncloa van dirigidas a trasladar al electorado de izquierdas el mensaje de que esto no es un problema particular de la esposa del presidente, y del propio Sánchez, sino un ataque contra el PSOE como partido.

Moncloa está aireando el mensaje de que esta citación de Begoña Gómez puede acabar beneficiándoles porque movilice más a la izquierda a favor del presidente, y actúe además como resorte que impulse el voto útil para el PSOE. Pero en las casas de encuestas hay cierto consenso respecto a que no ven motivo para que la imputación por presunto tráfico de influencias de la mujer del presidente sea algo positivo en las urnas para el PSOE. En ese sentido, recuerdan, por ejemplo, cómo cuando el ex presidente Mariano Rajoy compareció ante la Prensa para señalarse como víctima de una conspiración judicial en su contra por el «caso Gürtel», aquello no funcionó a favor del PP.

La estrategia de Moncloa puede, en principio, beneficiarles entre un público muy integrista, pero ese público no es voto dual, sino votantes que sí o sí, pase lo que pase, siempre respaldarán al PSOE. Sobre este análisis en el PP redirigen sus expectativas al objetivo de conseguir una subida de entre 6 y 10 puntos con respecto a las anteriores elecciones europeas, y que la derecha alcance un porcentaje de voto similar al de la izquierda y el nacionalismo juntos. En la noche electoral, la partida se libra en que la extrapolación de los resultados a unas elecciones generales confirmaría la mayoría absoluta de la derecha, con una ventaja del PP tan sólida como para formar un gobierno en minoría.

El equipo de campaña de Alberto Núñez Feijóo se lo juega todo a esta baza, que también conlleva sus riesgos porque implica un plebiscito sobre su liderazgo nacional, y si no se alcanzan los objetivos, esto le debilitaría y reforzaría a Sánchez. Pero los dos partidos han decidido ir tan fuerte en el examen de este domingo que en realidad parece que estos comicios son una pelea a muerte, de la que solo puede salir vivo uno de los dos contendientes.

En este cuerpo a cuerpo también será decisivo quién es más eficiente en la noche del domingo a la hora de construir un discurso que oriente hacia su lado la interpretación del resultado electoral. De Feijóo se espera que los resultados le faciliten dar un paso adelante con un discurso bien armado que se sostenga en la idea de que hay una mayoría social que está pidiendo el relevo en la Presidencia del Gobierno.

El líder popular lleva semanas reclamando la convocatoria de elecciones, y, con el interrogante de Cataluña en mitad de la ecuación, el horizonte de los próximos meses no es nada claro. El lunes se verá hasta dónde lleva el independentismo sus intentos de aproximación para conformar una Mesa del Parlamento catalán bajo su control, a pesar de que el socialista Salvador Illa fuera el candidato más votado en las últimas autonómicas. Y a partir de ahí empezará a librarse ya bajo los focos el pulso de Carles Puigdemont a Pedro Sánchez para intentar el asalto a la Presidencia de la Generalitat y las consecuencias de hacia dónde se inclina la victoria de ese pulso.