Golpe de calor: una realidad patente

Golpe de calor: una realidad patente

El verano en general, y agosto en particular, es una época propia de las vacaciones (en nuestro país), tanto para particulares como para las Administraciones públicas, lo que hace que se movilice mucha gente y que el sol (calor) sea uno de los protagonistas fundamentales.

Una vez más hablamos de que el tiempo está cambiando, de que las estaciones ya no son las clásicas de antaño, de que el calentamiento global es una realidad (habrá que ver también el componente cíclico del tiempo), y desde el punto de vista sanitario, también es verdad que las patologías que se presentan no han cambiado mucho, a no ser por la aparición de parásitos no presentes en nuestros entornos (enfermedad del Nilo). Pero lo que sí está claro que aumenta de forma exponencial es lo que llamamos técnicamente golpe de calor.

Esta realidad sigue dando morbimortalidad y cada año más, siendo una patología totalmente previsible.

En términos estrictamente de salud (médicos), el golpe de calor es una situación en la que una persona está sometida a temperaturas muy altas de forma continuada, lo que hace que el sistema de termorregulación normal fracase, de tal manera que la temperatura sube de forma exagerada, generalmente por encima de los 40 grados.

Como consecuencia de lo anterior, se produce una alteración progresiva del funcionamiento de diferentes órganos, lo que puede provocar, si no se pone remedio pronto y tratamiento adecuado, un fallo multiorgánico y la muerte. El tratamiento siempre es un medio hospitalario y se basa en instaurar de forma inmediata todas las medidas necesarias para disminuir la temperatura central del organismo, tratar la deshidratación y facilitar el soporte de las funciones vitales, lo que no siempre resulta fácil. La frecuencia de presentación del golpe de calor suele ocurrir en las primeras 48 horas de una ola de calor, por exposiciones de nuestro organismo de forma inadecuada a las mismas, antes de que el cuerpo sea capaz de iniciar el proceso de adaptación.

Como hemos dicho anteriormente, aparece generalmente con temperaturas ambientales superiores a cuarenta grados centígrados y una humedad ambiental superior al 60%.

Se puede presentar en dos formas distintas, la llamada forma activa, que predomina en jóvenes no aclimatados a temperaturas altas que realizan ejercicio intenso en días de mucho calor, y la forma pasiva, que predomina en niños y ancianos, unos porque los mecanismos de regulación de la temperatura corporal están inmaduros y otros porque están alterados.

Los humanos somos mamíferos pensantes (no todos), que evolutivamente hemos desarrollado medidas homeotérmicas para mantener la temperatura estable, no más de 36,8 grados (sistema de control homeostasis). Cuando la temperatura corporal supera los 42 grados, se produce toxicidad directa de las células.

El golpe de calor suele iniciarse con un periodo de 24-48 horas de duración en el que náuseas, vómitos, sensación de debilidad, disminución del nivel de conciencia y la elevación de temperatura corporal (hipertermia), suelen ser una constante. Después aparecerán diferentes manifestaciones que afectan a la frecuencia cardiaca elevada, hiperventilación, shock hipovolémico e insuficiencia renal.

Lo mejor para el golpe de calor es la prevención, evitando la exposición al sol, sobre todo en las horas centrales del día, aumentando la ingesta de agua y bebidas isotónicas, disminuir la duración del ejercicio y su intensidad. La utilización de aire acondicionado en las viviendas y lugares de trabajo, así como utilizar ventiladores y realizar duchas de agua fría periódicas.

Para el tratamiento una vez establecido el golpe de calor, es imprescindible la intervención de la medicina para que avalúe la situación, ya que el golpe de calor es un proceso grave que puede tener consecuencias mortales. La utilización de fármacos generalmente para bajar la temperatura corporal que se conocen con el nombre de antipiréticos son útiles en caso de fiebre de origen infeccioso, pero nulos en el caso de golpe de calor. En general, se recomiendan medidas físicas como colocar al paciente en un lugar fresco y sombreado, aligerarlo de ropa, humedecer la piel, aplicando compresas frías en el cuello, ingles y cabeza. A veces (mayoritariamente), el tratamiento hospitalario que precisa rehidratación mediante la aplicación de suero intravenoso frío y estabilización de niveles de electrolitos en sangre (sodio, potasio y cloro).

En definitiva, prevención, prevención y prevención y no dejar cabida a la pseudociencia y al doctor Google que generalmente no coincide con la realidad científica.

Además de los golpes de calor, existen otra serie de patologías producidas por el calor en general que pueden simular el golpe de calor, pero que no lo son, y que se deben también al aumento de la temperatura, como el agotamiento por calor, que comienza bruscamente con cansancio, debilidad y dolor de cabeza, diarreas y vértigo. El síncope por calor suele producirse en personas mayores con una pérdida transitoria de consciencia tras permanecer en ambientes de temperatura elevada y los calambres por calor, que son espasmos dolorosos de los músculos voluntarios que se producen después del ejercicio intenso en ambientes con temperatura elevada. En los tres casos son reversibles de forma sencilla.

Cada día se vuelve más importante la divulgación científica como una necesidad objetiva del sistema. A por todas.

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