“Hizbulá ha sido un desastre no solo para Israel, sino especialmente para los libaneses”

“Hizbulá ha sido un desastre no solo para Israel, sino especialmente para los libaneses”

Ruth Fine (Buenos Aires, 1957) es una hispanista israelí experta en Cervantes, miembro de la Real Academia Española por Israel desde 2016 y catedrática en el departamento de Románicas y Estudios Latinoamericanos de la Universidad Hebrea de Israel. Estos días se encuentra de visita en España, un lugar al que acude con frecuencia con sus alumnos, como no podía ser menos en una estudiosa de El Quijote, el Siglo de Oro, Lope de Vega, los conversos o Teresa de Jesús.

Acaba de asistir al acto de entrega del “I Premio de Hispanismo Internacional Duques de Soria”, presidido por el Rey Felipe VI, donde ha podido percibir el cariño de sus colegas que no viene nada mal en tiempos convulsos, y que a duras penas compensa la ola de incomprensión y recelos que ha experimentado desde que su país inició la ofensiva en Gaza tras los atentados de Hamás del 7 de octubre.

Se resiste a duras penas a emplear el término “apestados” para resumir cómo se sienten muchos académicos como ella, pero aporta un dato que difícilmente esconde la realidad: solo dos alumnos israelíes de su universidad se encuentran este año de intercambio en España tras la oleada de cancelaciones de convenios y acuerdos de las universidades españolas.

En conversación con LA RAZÓN (por cierto, un día antes de que Israel matara al líder de Hizbulá, Hasán Nasrala), explica cómo está viviendo la escalada de violencia en Oriente Medio.

Pregunta: Desde que comenzó la ofensiva israelí en Gaza tras los atentados del 7 de octubre, ¿ha notado un cambio de actitud hacia usted fuera de su país?

Respuesta: El año pasado, antes de los atentados, vine a España con 24 estudiantes israelíes y tuvimos una experiencia excelente en todas las universidades en las que nos recibieron. Ahora la situación ha sido distinta. Creo que en una parte del sector académico hay cierta desinformación e incomprensión hacia la compleja situación en Israel.

P: ¿También entre sus colegas de otros países?

R: En general, mis colegas hispanistas quieren escuchar y están preocupados por mí, lo he notado en esta visita. Tienen una apertura a escuchar pese a que la situación general no invita a ello. Pero otros colegas de la universidad hebrea sienten de modo muy agudo la falta de apertura e incomprensión, y eso nos entristece mucho. Este cambio de actitud no es una impresión mía, sino un hecho que se refleja en la cancelación de varios acuerdos que las universidades israelíes tenían con universidades españolas, las invitaciones a profesores, el intercambio de estudiantes… Es llamativo y yo diría que triste que haya tanta incomprensión y tan poca flexibilidad en un ámbito como el universitario, donde debería reinar el espíritu crítico ante situaciones complejas. Tres universidades israelíes están entre las 100 primeras en el ranking de excelencia, algunas de ellas tienen récords de patentes y frecuentemente las universidades españolas han llamado a nuestras puertas. No debería haber barreras políticas en el campo de la investigación, que solo está orientada al progreso de la Humanidad. La respuesta en España de algunas universidades, promovida por el Consejo de Universidades, ha sido equivocada.

P: ¿Se sienten de alguna manera como apestados?

R: Yo personalmente no lo he vivido, pero algunos colegas creo que sí se sienten así. En mi universidad teníamos convenios con decenas de centros españoles y este curso solo hemos tenido a dos estudiantes israelíes de intercambio en España. Están en la Universidad de Alcalá, que afortunadamente ha sabido ignorar esas presiones.

P: ¿Ser hispanista, como es su caso, puede aportar algo para ayudar a entender desde fuera de Israel lo que está ocurriendo?

R: El hispanista conoce la historia de una convivencia durante siglos en España y también las expulsiones, con las que todos perdieron. Los hispanistas sabemos leer la realidad, interpretar, desentrañar aquello que tiene mucha complejidad, y específicamente los cervantistas, porque Cervantes es un autor que nos enseña a leer sus textos. Cervantes supo comprender la injusticia de la expulsión, dar voz a autores moros. Un pueblo como el español, que se enorgullece de un autor y un libro como El Quijote, debería honrarlo en todo lo que nos ha enseñado.

P: ¿Se siente usted en este asunto como un Quijote?

R: Me siento en cierto modo quijotesca, sí. Y me gustaría que hubiera más “quijotes”.

P: ¿Cree que hay cierta tendencia a considerar Israel de una forma monolítica, como si todos sus habitantes pensaran igual, olvidando que una parte de la sociedad no está de acuerdo con lo que está ocurriendo como buena democracia que es?

R: La sociedad está muy dividida, esa es la debilidad de las democracias y lo sabemos. Lo ocurrido el 7 de octubre ha contribuido a aumentar la polarización. Una parte de la sociedad, que era moderada, se ha polarizado por el salvajismo de los atentados. Y la mitad está descontenta con el gobierno. El pluralismo debería ser un mérito.

P: ¿Qué opina de la gestión de la crisis que está llevando a cabo Netanyahu?

R: Mi opinión sobre Netanyahu no es positiva. Creo que debería haber una comisión de investigación para determinar qué ha fallado. El gobierno no está actuando como debería.

P: ¿Cree un objetivo viable acabar realmente con Hamás y Hizbulá con esta escalada del conflicto?

R: Quiero creer que puede haber una Gaza sin Hamás y un Líbano sin Hizbulá, pero es muy difícil. En este caso, ser pesimista es ser realista. La guerra no es de dos estados sino de un estado contra un grupo terrorista que no quiere negociar. Habría que fortalecer los sectores más moderados en esos dos territorios, pero no es fácil. Y tenemos de fondo a Irán, que es un actor crucial y muy peligroso.

P: ¿Qué apoyos cree que tiene en su país la nueva escalada del conflicto contra Hizbulá?

R: Hay opiniones muy dispares, pero creo que hay una fuerte mayoría en este caso que sostiene que la situación frente a Hizbulá es insostenible y que hay que solucionarla. No sé si habría muchos estados que resistirían durante un año a 120.000 habitantes evacuados o la lluvia de misiles constante. Es una pesadilla impensable, no creo que tenga parangón con otra situación similar en el mundo. El miedo existe pero también la necesidad de encontrar un fin duradero. Hablo con generalidades, porque no soy politóloga pero sí una ciudadana informada.

P: A veces se nos olvida que hace 40 años existió un Líbano sin Israel, al que llamaban “la Suiza de Oriente Medio” y que todavía hoy tiene una convivencia de religiones.

R: Hizbulá ha sido desastroso no solo para Israel, sino principalmente para los libaneses. He podido conversar con muchos libaneses en el exterior y lo piensan así. Antes, la frontera con el Líbano era la buena frontera, la frontera pacífica, y esa paz traía el bienestar para los dos países. Realmente, Beirut era una capital cultural y es muy triste lo que ha traído Hizbulá.

P: Quizás uno de los elementos clave para entender que este es un conflicto distinto al resto sea que los enemigos de Israel no son solo rivales, sino que muchos de ellos niegan incluso la existencia de este Estado…

R: Aceptar la existencia de Israel sin duda ayudaría mucho. Se ha logrado con Jordania, Egipto o Emiratos y casi se logra con Arabia Saudí. De hecho, muchos politólogos sostienen que ese es el detonante de la guerra de Gaza. Pero lidiar con un enemigo que quiere tu aniquilación lo hace todo mucho más complicado.

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