Huir campo a través o escondiendo a los niños: nueve días para escapar en Yenín del avance israelí

Huir campo a través o escondiendo a los niños: nueve días para escapar en Yenín del avance israelí

El punto de inflexión, aquello que le hizo tomar la decisión, fue ―cuenta Abdel Fatah Abu Rayaa― la caída de la electricidad, que no vivía desde la famosa invasión de Yenín en 2002, en los momentos más duros de la Segunda Intifada. Unos 30 soldados israelíes habían tomado cuatro días antes su edificio, dibujado en una pared un mapa en hebreo con las distancias entre los objetivos militares y abierto agujeros en los muros exteriores del piso más alto para que los francotiradores pudiesen abrir fuego. Abu Rayaa estaba con diez niños, otros siete hombres y seis mujeres, divididos en tres habitaciones del apartamento, sin abrir las ventanas por miedo a los tiradores (”solo nos atrevíamos a acercarnos, sin abrirlas, mi mujer y yo, pero no dejábamos a los niños”, rememora), ni poder salir a por alimentos, agua o leche infantil. “Llamé a la Media Luna Roja Palestina, a la Defensa Civil… Intenté todos los contactos que tenía, pero me decían que no nos podían ayudar. Íbamos tirando de lo que había en la casa”, recuerda hoy, sentado en el patio de la casa al que no podía descender aquellos días.

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