Ichiyou Higuchi, la cara inmortal de los 5.000 yenes

Ichiyou Higuchi, la cara inmortal de los 5.000 yenes

Es asombroso cómo una vida breve puede dejar una huella tan profunda. En el caso de Ichiyou Higuchi, a pesar de vivir solo 24 años, su legado literario sigue vivo, y su nombre se mantiene como uno de los más influyentes del período Meiji. A través de sus relatos, Ichiyou logró capturar los cambios sociales y culturales que marcaron la transición de Japón hacia la modernidad, consolidándose como una de las escritoras más célebres de su tiempo. Y lo consiguió en los últimos cinco años de su vida. Ichiyou Higuchi nació el 2 de mayo de 1872 en el barrio de Uchisaiwaichou, Tokio, bajo el nombre de Natsuko Higuchi. Creció en un entorno humilde, pero su familia fue una mezcla de contradicciones: mientras su padre siempre la incentivó a estudiar poesía –considerada una afición de la clase alta–, su familia pasó por muchísimas desgracias que la hicieron empobrecerse.

Desde muy pequeña, Ichiyou mostró una pasión insaciable por la lectura. A los siete años, ya era capaz de leer en voz alta para su padre, cuya vista empezaba a fallar, y escapaba de las reprimendas de su madre para perderse entre las páginas de los libros en el almacén familiar. En su diario, recordaría estos años con una mezcla de nostalgia y humor, afirmando que leía tan rápido porque, según ella, «tenía dos ojos y podía leer, naturalmente, dos líneas a la vez». Pero pronto empezó a tener que llevar gafas, al perder ella también la vista.

Sin embargo, su educación formal fue limitada. A los once años, su madre la sacó de la escuela para que aprendiera las labores femeninas tradicionales, como la costura. Aun así, logró asistir brevemente a la prestigiosa academia de poesía Haginoya. Allí, bajo la tutela del poeta de la corte conservadora Nakajima Utako, Ichiyou se sumergió en los clásicos de la literatura Heian, una influencia que marcaría profundamente su estilo lírico. Si bien su contexto abrazaba nuevos tiempos con la entrada del periodo Meiji, ella retornaría al estilo clásico que aprendió de la época precedente.

Aunque Ichiyou siempre había mostrado inclinación por las letras, fue a los 19 años cuando comenzó a escribir de manera compulsiva en sus diarios (¡llego a escribir 70 volúmenes!). Estos textos no solo fueron un refugio para sus pensamientos y emociones, sino también un campo de pruebas donde ensayaba historias y personajes que luego tomarían forma en sus obras. Dejó un testimonio invaluable de su vida interior, de su timidez, de la lucha contra la pobreza familiar y su compleja relación con el mundo que la rodeaba. La vida no fue fácil para Ichiyou, especialmente tras la muerte de su padre cuando ella tenía 17 años. La familia Higuchi, compuesta solo por mujeres, se vio obligada a trabajar en todo tipo de oficios mal pagados para subsistir. Costura, lavado de ropa y otras tareas domésticas marcaron su día a día, mientras Ichiyou intentaba abrirse camino en el mundo literario.

Una vida breve

En 1891, Ichiyou conoció a Tosui Nakarai, un poeta de éxito que influyó en sus primeros pasos como escritora. Aunque Ichiyou se enamoró de él, Nakarai la veía solamente como una hermana. Ella jamás reveló su amor. Este desengaño amoroso y literario la llevó a tomar la decisión de dedicarse plenamente a la escritura en 1892, inspirada por el éxito de su compañera de estudios, Kaho Tanabe, cuya primera novela, «Pájaro cantor en la arboleda», había sido bien recibida. Ichiyou decidió seguir su propio camino como novelista.

Al año siguiente, Ichiyou y su familia se mudaron al distrito de Yoshiwara, el barrio rojo de Tokio. Este entorno, lleno de contrastes y tensiones sociales, se convirtió en una fuente inagotable de inspiración para la joven escritora. Aunque sus primeros trabajos no lograron captar la atención, nueve meses después publicó la archiconocida obra «En la oscuridad», que la catapultó a la fama.

A pesar de su creciente popularidad, la vida de Ichiyou fue breve. Enfermó de tuberculosis (como su padre y su hermano) y, aunque siguió escribiendo hasta el final mientras acogía en su humilde casa a poetas, aficionados y curiosos, falleció en 1896 a los 24 años. Hoy en día, Ichiyou Higuchi sigue siendo un icono en Japón. Su retrato aparece en el billete de 5000 yenes debido a su enorme contribución a la cultura y las letras japonesas a través de la «joryou bungaku» o «literatura femenina» en el periodo moderno. Su capacidad para captar las emociones humanas y los matices de las relaciones sociales en sus cuentos la convierten en un objeto de estudio, puesto que Ichiyou logró plasmar una visión única del Japón de su tiempo. Así que, aunque su vida fue breve, su influencia es inmortal.

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