Iker Jiménez: «Soy un yonki del conocimiento»

Iker Jiménez: «Soy un yonki del conocimiento»

Amado y odiado, aunque no por igual –en la calle, que es la que manda, sólo recibe calor–, estamos ante una figura mediática fascinante. Un tipo único, casi un género en sí mismo, que se considera «un boleto premiado» y un hombre «feliz». Con él me sale la vena de entomólogo y le pregunto de arranque si me permite que lo diseccione por fuera y por dentro, y me responde que adelante. Vamos, pues, allá. 3, 2, 1…

La cáscara. Hay algo ahí de telepredicador y de vendedor de crecepelo del Salvaje Oeste. Un tipo elocuente y con alta carga de entretenedor: desde su amado Chicho Ibáñez Serrador hasta Hermida. Habla a pelo, sin papeles, y convence. ¿Se reconoce?

Sí, no me parece mal. Sobre todo lo de Hermida. Lo del «Oeste» suena como que no crees en lo que haces, y yo sí creo en lo que hago. Aunque entiendo que mucha gente no se lo crea porque la tele se ha encargado de demostrarnos que todo es mentira. En España hemos tenido grandes comunicadores y yo he intentado aprender de ellos, es una impregnación desde la infancia. Me siento muy honrado con esa perspectiva que das.

El zumo. Un periodista de raza que estudia los temas: se los prepara usted, no un equipo. Hace las preguntas oportunas y, encima, escucha. Porque quiere saber y que su clientela se entere. ¿Se ve ahí?

Me dejas con la carne de gallina. Una de las claves es que a mí me interesa todo, soy un yonqui del conocimiento. Todo lo veo como un enorme misterio. Y siempre creo que el invitado y el tema me pueden aportar algo. Estoy tan acostumbrado a colegas que se ciñen a la pauta que les han dado o se han construido y no les importa un carajo lo que está diciendo el tío que tienen enfrente… Recuerdo que en una entrevista conté, para ver si el periodista pasaba a la siguiente pregunta, que había visto un ovni aterrizar y me habían dado la fecha del fin del mundo… y pasó a la siguiente pregunta, ja, ja, ja.

No le estaba haciendo ni puto caso.

Pero ni puto caso, ja, ja, ja. Decía Iñaki Gabilondo una cosa sobre la tele que me parece muy impactante: da igual lo que digas, porque luego lo que la gente te señala es que llevabas la corbata torcida. La tele es muy cabrita.

Los adolescentes tenían en su altar mayor a Lennon, Jagger, al Che. Usted, a Jiménez del Oso, Asimov, Arthur C. Clarke. ¿Era un rarito?

Ja, ja, ja. Hay un periodista que se empeña en decir que yo era el típico rarito, alguien retraído y con problemas. Mido 1,81, hago boxeo, juego al fútbol, y nunca he tenido problemas para socializar. Desde niño he sido muy popular, imagino que por el verbo. No he sido un ratón de biblioteca; lo he sido después y por pasión.

¿Cree en lo sobrenatural? Ejemplos: vida extraterrestre inteligente y vida más allá de la muerte.

Sí. Creo y tengo esperanza, además, en que eso sea así. Lo que no tengo son pruebas, certezas científicas, quizá porque no se pueden obtener. Yo lo englobaría todo en una sensación de la otredad. Pese a la ciencia y la tecnología, ningún mito ni leyenda ha resistido, a lo largo del tiempo, desde la prehistoria. Y en ese periodo de la historia están ya esas preguntas.

¿EE.UU y Rusia tienen evidencias de la existencia de ovnis? ¿Tendremos algún día las pruebas irrefutables?

(Largo silencio). No lo sé. Creo que están tan asombrados como nosotros. Esos secretos no son tan fáciles de mantener.

¿Por qué cree que para una parte importante de la población de las redes sociales se ha convertido en un fascista?

Eso tiene que ver con el covid. Fuimos los únicos que contamos lo que iba a venir, y 25 días antes. No era tan difícil de vaticinar. Cualquier experto en virus te decía: ¿cómo vas a ir al 8M? ¿Cómo vas a hacer un concierto o un partido de fútbol? Y como siempre he ido por libre y he dirigido mis programas, me empecé a enfrentar a eso. No soy un fascista; he contado las cosas acudiendo a los datos. Fascista, en el fondo, es «no piensas como yo». Y luego «Horizonte», que se ha convertido en un sitio donde se dicen muchas verdades que molestan al que manda. Pero si gobernara otro partido, contaría lo que veo exactamente igual. Muchas de las cosas que cuento tampoco gustan a la derecha.

Esta sección lleva por título «¿Tienes fuego?». Señor Jiménez: ¿tiene fuego?

Sí, claro. Tengo ese fuego de la hoguera del chamán. Y el de la tribu alrededor de un relato. Ese es el fuego que tengo. Del otro no, porque no fumo.

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