Impuestos globales y eurobonos

Impuestos globales y eurobonos

El pensamiento único pseudoprogresista despliega esfuerzos cada vez más denodados para ocultar las incursiones que aplaude y promueve contra la libertad y los bienes de los trabajadores. Seguidamente, dos muestras particularmente deliciosas en el diario «El País», para que creamos que aquí se trata de perseguir solo a los asquerosos ricos, y de aumentar la deuda europea, que es como si no se pagara.

Primer titular: «Próxima parada: ¿un impuesto global a los más ricos?». Nótese la brillante retórica. Habla del futuro, de un impuesto «global», vamos, que lo recaudará el globo, que será solo sobre los «más ricos», y encima todo entre signos de interrogación, vamos, que no es seguro.

El artículo de Laura delle Femmine reunía los tópicos habituales de la corrección política: que hay ricos que quieren pagar más (como si estuviera prohibido), que el Foro de Davos, el FMI o la OCDE (como si fueran liberales), Brasil, EE UU, etc., todos a favor de crujir a los ricos.

«¿Coincidencia o el inicio de una revolución fiscal?», se pregunta, como si el gran cambio fueran solo los ricos, por la «creciente desigualdad», y porque «los países necesitan recursos» para mil cosas estupendas, y como si los fueran a aportar los opulentos. Lamenta que «el sistema» permita esto tan raro: «La riqueza tiene un mejor tratamiento fiscal que la renta del trabajo». Ni una pregunta sobre por qué esto es y ha sido siempre así. Dice «los datos son elocuentes», pero no los analiza. Y, por supuesto, ni una sola palabra sobre la masa de la población contribuyente. Como si no existiera. Como si no fuera a pagar.

Segundo titular: «¡Eurobonos!». Así, entre signos de admiración, porque a Xavier Vidal-Folch le entusiasma la deuda europea, porque «la urgencia financiera es exponencial», porque hay muchas cosas buenas en que gastar el dinero público, y porque la lógica de subir la deuda europea «es inapelable». Veamos. A los políticos nacionales no les resulta fácil bajar el gasto o aumentar los impuestos (más fácil, la deuda), por el coste electoral y los requerimientos de la Unión Europea. Entonces, «solo queda una salida: deuda mutualizada, a mansalva». Otra vez, ni una sola palabra de reconocimiento a los millones de ciudadanos corrientes forzados a pagar. Como si no existieran. Como si el incremento de la deuda pública no supusiera que los pretenden crujir. A mansalva.