Izquierda retroconservadora, a pesar de sus contradicciones

Izquierda retroconservadora, a pesar de sus contradicciones

Pere Gimferrer, el mayor poeta español vivo –en castellano y en catalán, es compatible–, tan brillante como a veces difícil de leer, escribe en «No en mis días»: «farsa de abril, locos de abril, peristas», síntesis y origen –según él– del moderno socialismo catalán. El poeta incluyó el verso, algo hermético, en su «Wuthering heights» –Cumbres borrascosas–, porque todo en su obra tiene un significado. Más tarde, en prosa, lo aclaró: «Me refiero –dijo– al pacto entre el PSOE y el PSC de Joan Raventós que dejó en la cuneta al PSC de Josep Pallach». Eran los albores de la Transición y Raventós (1927-2004) era el mascarón de proa de la «gauche divine» catalana que logró quedarse con la marca «socialista» en Cataluña. Pallach (1920-1977), que procedía de una izquierda más radical y obrerista defendía una renovación de la socialdemocracia y una España federal. Ganaron Raventós y sus amigos, el socialismo catalán abrazó la marca PSC y Pallach falleció de un infarto poco después. Prehistoria, pero explica el origen de cómo el PSC –que ahora es el PSOE de Sánchez en Cataluña– de Salvador Illa haya suscrito un acuerdo con los «indepes» de ERC que le ha hecho presidente de la Generalitat, y que es cualquier cosa, menos un pacto de izquierdas. Quizá habría que denominarlo «retroconservador», por mucho que presuman de ser de izquierdas Illa y los «indepes» Junqueras y Rovira, sin olvidar a la CUP, de raíces anarquistas. José Bono, que pasa mucho tiempo por tierras dominicanas, decía que cuando alguien quiere comer aparte, es que quiere comer más. Es lo que consagra el pacto que busca el concierto fiscal. El texto es nítido y, en la financiación, no solo es de derechas, sino que lo de la solidaridad queda como una limosna que, además, ya se verá cómo y cuándo se da, y eso rechina en socialistas de siempre. Todo se justifica con el palabro «ordinalidad», que si se aplicara al IRPF supondría que cada contribuyente debería recibir lo mismo que paga, millonarios incluidos. Inaudito, pero perfecto para la «gauche divine» socialista y para aquello que llamaban la burguesía catalana. El PSOE de Aragón –habrá más– ha sido el primero en decir no de forma oficial, algo que tensa a la maña Pilar Alegría, ministra portavoz y sanchista fiel. Mientras, Sánchez anuncia un Congreso del PSOE que le dé carta blanca para todo. El miércoles, obligada, la ministra Montero tendrá que explicar el acuerdo en el Senado. La calderoniana «mona de Tetuán, el aire rojo», que habla mucho para no decir nada, reza otro verso brillante de Gimferrer. Izquierda retroconservadora.

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