JJOO: El 66% del éxito de los atletas se explica por la genética

JJOO: El 66% del éxito de los atletas se explica por la genética

Este viernes comienzan los Juegos Olímpicos
de París 2024 y, como ha ocurrido en ediciones anteriores, la genética ocupa el
podio entre las preocupaciones
de muchos deportistas. Y no es extraño. El
esquiador finés Eero
Mäntyranta
ganó un total de siete medallas olímpicas y dos veces se coronó
campeón del mundo. Pero numerosas veces fue acusado de dopaje por la enorme
diferencia que les sacaba a sus rivales. Más tarde se descubrió que Eero tenía
policitemia congénita, una mutación genética que, entre otras cosas, provocaba
que su producción natural de EPO (eritropoyetina, una sustancia cuyo uso ha
sido denunciado en el mundo del ciclismo) fuera mayor de lo normal. Esto hacía
que la capacidad de su sangre para transportar oxígeno fuera un 50% mayor de lo
normal.

Hasta ahora, la ciencia ha descubierto más
de 200 variantes genéticas relacionadas con un mejor desempeño deportivo, y, si
bien el entrenamiento y una buena alimentación son claves para convertirse en
deportista de élite, es obvio que la genética juega un papel importante: el 66%
de la variabilidad en los atletas de élite se explica por factores genéticos.

De acuerdo con Sandra Ferreiro, responsable
del área científica de ADNTRO, especializada en test genéticos, hay diferentes
factores que se pueden conocer a través de la genética a la hora de convertirse
en un deportista de alto nivel.

Uno de ellos es la tendencia natural a la
proactividad física. Si bien es obvio que realizar ejercicio de forma regular
es beneficioso para la salud, la tendencia a realizar ejercicio, es decir, la
proactividad en cuanto al ejercicio físico varía mucho entre las personas. A
través de los genes se puede conocer su tendencia a diferentes capacidades
físicas como la flexibilidad, la capacidad aeróbica o el desarrollo muscular.

La genética también influye de modo
determinante en la tipología del deporte ideal para cada individuo. Por ejemplo,
en la proporción de fibras musculares está una de las bases para una mayor
capacidad para deportes de velocidad, de resistencia o de fuerza explosiva
(como la halterofilia). En este contexto, la fuerza varía mucho en función de
cada persona y es que en este tipo de deportes los genes tienen un impacto
bastante claro. El gen
ACTN3 es el
más estudiado, ya que su resultado (la proteína
ACTN3) modula el porcentaje de los tipos de fibras musculares que
poseen nuestros músculos. Dependiendo de esto, nuestra genética nos favorecerá
en deportes de fuerza o deportes de resistencia.

Otro factor tiene que ver con nuestro
corazón. La medición y el control de la frecuencia cardiaca es necesaria no
solo para mejorar la calidad de los entrenamientos. Durante el ejercicio
físico, el sistema nervioso simpático actúa activando el cuerpo y aumentando la
frecuencia cardiaca. Una vez finalizado el ejercicio, el sistema nervioso
parasimpático es el responsable de reducir dicha frecuencia cardiaca. Y este
equilibrio puede verse modificado por la genética que, entre otras áreas, influye
en la facilidad de recuperación tras el ejercicio.

Y si hablamos de recuperación, también
debemos mencionar la predisposición a daños o lesiones musculares. El daño
muscular después de hacer ejercicio es un factor importante para considerar vinculado
al rendimiento deportivo y la salud en general. La duración de esta
recuperación muscular varía en función de la intensidad y duración del
ejercicio, la condición física y también la genética de cada persona, ya que
hay gente con mayor predisposición genética a sufrir daño muscular después del
ejercicio que otra.

“Cuando se trata de deporte – concluye Ferreiro
-, la genética no es el único factor involucrado, pero sí juega un papel muy
importante a la hora de estar más o menos predispuesto a la realización de
actividades físicas, ya que esta siempre proporciona un punto de partida como la
fuerza, la resistencia o la capacidad aeróbica”.

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