Jordi Corominas tendrá su Piolet de Oro. Luego es cierto que existe cierta forma de justicia poética: finalmente, el alpinista que no deseaba ser conocido se verá obligado a colocarse bajo los focos y explicarse. Corominas adora las palabras pero no habla de sí mismo. Jamás. Puede que no exista nadie que le haya escuchado nunca decir “yo escalé esto o aquello”. En un universo de egos desmedidos, el de Corominas (66 años) no puede rastrearse. Sin embargo, la figura del catalán criado en La Rioja es legendaria y permite comprender el nexo de unión entre el alpinismo del siglo XX y el del XXI, entre la pesadez de asediar las grandes montañas y la libertad de escalarlas de forma ligera. Entre pelearse con los grandes problemas y abrazarlos para ser capaz de ponerse a la altura de la dificultad sin trampas, atajos o artificios.
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