Kamala, el agujero y los precios

Kamala, el agujero y los precios

Joseph Ratzinger (1927-2022), el Papa Benedicto XVI, quizá el mayor intelectual que haya ocupado nunca la silla de San Pedro, soñaba con «una nueva era en la que la esperanza nos libre de la superficialidad, la apatía y el egocentrismo». «La esperanza está de vuelta», le dijeron Barack y Michelle Obama a Kamala Harris, instantes antes de recibir la nominación oficial como candidata demócrata a la presidencia de los Estados Unidos. El Papa Benedicto podría haber escrito «ombliguismo» en lugar que «egocentrismo», pero su corrección germana le hizo decantarse por la forma más académica. Donald Trump, adversario y rival de Kamala Harris, sería la quintaesencia del «ombliguismo», aunque tiene muchos competidores a este lado del Atlántico y al sur de los Pirineos, Cataluña incluida. Los hay de todo y pueblan las praderas políticas que se extienden desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha –los líderes del PP suelen tener otros defectos–, sin olvidar, independentistas y nacionalistas: Puigdemont, Iglesias, Yolanda Díaz, Abascal, y también Pedro Sánchez, no siempre, pero sí cuando se regodea consigo mismo, como en plena pandemia o cuando presume de que la economía española va «como un tiro». Trump, visto con ojos europeos –no votan en Estados Unidos– es insuperable como ejemplo del ombliguismo y de casi todo lo no recomendable. La victoria de Trump –que es posible–sería quizá la peor noticia política en mucho tiempo y abriría otro periodo de incertidumbre y peligro global. También sería un desastre para la economía, aunque eso tardaría más en percibirse. Cualquiera, por tanto, antes que Trump, lo que conduce a Kamala, designada candidata la víspera de que en Jackson Hole –el agujero de Jackson–el presidente de la Reserva Federal, Powell, dé pistas sobre si bajará el precio del dinero y cuando o no, algo también con un efecto global. Solo Harris puede detener ahora a Trump, lo que no significa que sea un mirlo blanco, sobre todo en economía, y hay que decirlo. Su propuesta de controlar precios por primera vez en EEUU es insólita y va contra todas las libertades americanas. También sería tan difícil de aplicar como el concierto fiscal en Cataluña. Ahora, ante el ombliguismo trumpista, Kamala Harris es la esperanza de la nueva era que soñaba Ratzinger.

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