“Kokomo City”: orgullo negro, orgullo trans

“Kokomo City”: orgullo negro, orgullo trans

Si las películas totémicas de no ficción y alma “queer” colgaran de las paredes de una prestigiosa pinacoteca, muy probablemente nos encontraríamos con “Paris is Burning” (Jennie Livingston, 1990), “Nitrate Kisses” (Barbara Hammer, 1992) o “The Times of Harvey Milk”, aunque valdría cualquier trabajo de Rob Epstein. Todas ellas, sin embargo, comparten una cualidad pegada a lo pionero, y es la crudeza y el dolor que acaban de un modo u otro describiendo. Es como si enfrentarse a la realidad de la otredad, incluso desde dentro, casi siempre nos devolviera un espejo de educación al ojo violenta, quizá acicate en la pretensión de sus directores, pero violenta de igual modo. Por eso, y desde que la diversidad sexual se viene instalando -con mayor o menos fortuna mediática- en cines y plataformas, son varios los cineastas que reclaman pasar página, dejar atrás el documental como medio educacional y convertir lo pedagógico en dialéctico.

Esa es la intención que explica un artefacto tan radical, desvergonzado y directamente entretenido y disfrutable como “Kokomo City”, documental dirigido por D. Smith y que llega estos días a Filmin tras levantar aplausos en el Festival de Sundance. A través de cuatro historias de trabajadoras sexuales afroamericanas de Atlanta, la música y directora explora cuatro tipos de realidad en la que lo trans y lo negro se dan la mano. Así, Smith nos descubre a Daniella Carter, Dominique Silver, Liyah Mitchell y Koko Da Doll, cada una desde una perspectiva distinta: desde la que comparte vida con un hombre hetero al que casi dispara en su primera cita hasta la que vive una vida llena de lujos.

Entre la masculinidad y la negritud frágil

“Empecé a trabajar en la película a principios de 2020, justo antes de la pandemia. Y tuvimos que parar hasta finales de 2022, a nada de que la película tuviera que marcharse a Sundance”, explica Smith, famosa antes de transicionar por colaborar como productora musical con artistas de la talla de Kendrick Lamar o Katy Perry. Y sigue: “No costó convencer a nadie, ni a las chicas ni a su círculo. Todo el mundo que participó en el proyecto quería contar su historia y estaban de acuerdo en el tono que yo buscaba para la película. Todos entendían que esta era una forma única e innovativa de contar nuestra historia no solo como personas “queer”, también como personas negras”, añade.

Cruzada por la intereseccionalidad, “Kokomo City” trasciende su condición de documental de bustos parlantes para buscar una conversación con sus protagonistas en la que el espectador puede sentirse parte del coloquio. No se trata de una lista de reproches o lamentos que apelen a lo maximalista, sino de una sucesión de experiencias únicas que acaban dando forma a una comunidad: bien puede ser la trans, la gay, la de las trabajadoras sexuales o, incluso, la de la negritud frágil, esa llena de malotes con pistolas y dominadores de la pista de baloncesto a los que les gusta ser dominados en la cama.

 

La muerte de Koko Da Doll

Tristemente, al acercarse a realidades tan distintas entre sí, “Kokomo City” ha vuelto a la actualidad recientemente no solo por su estreno en plataformas de “streaming” como Filmin en España, sino por el fallecimiento por arma de fuego de Koko Da Doll. La artista y trabajadora sexual, además de por salir en este documental, había ido ganando fama en la escena audiovisual, “colando” algunas de sus canciones en la serie “The Chi”, por ejemplo. Smith, que se enteró de la noticia a través de un mensaje en Instagram, querría que la película fuera su legado: “No me lo creía, no entendía cómo alguien podía bromear con algo así, hasta que lo vi en las noticias. Llamé de inmediato a mis productores y así fue como nos lo confirmó su hermana. Me gustaría que sirviera de testamento, de algún modo, porque jamás pensé que llegaríamos a perder a nadie de la película. Ella, honestamente, era una mujer genuina y dulce. Y humilde, sobre todo humilde. Se merece cualquier recuerdo y exaltación a la que esta película pueda conducir”, aclara Smith.

“Desde el principio, era importante para mí no contar una historia LGBTQ de una manera reconocible para el espectador o llena de clichés. Quería que nuestra representación fuera justa y emanara de mí como directora, más allá de mi condición trans. No por estar tratando vidas difíciles el documental tenía que ir con pies de plomo, al contrario, había que gritar a los cuatro vientos, llenando la película de color”, explica la directora sobre el abrazo entre la forma el fondo en “Kokomo City”, rodada en un blanco y negro bastante sucio que, sin embargo, permite desnudar los testimonios de una manera más eficiente, más sincera. Y sigue, sobre el humor del que está plagado el documental: “Éramos conscientes de ese tono desde la mesa de montaje. He tenido la gran suerte de hacer la película que realmente quería hacer y cada mujer ha dicho lo que ha querido y como ha querido. Ahí están todas las palabras, todos los tecnicismos y el argot. Ya vale de tener que estar explicando todo, ya vale de llevar a los espectadores de la mano por un mundo que no conocen. A estas alturas, quien no ha visto siquiera esa realidad es porque la evita activamente”, se despide sincera y reivindicativa Smith, que firma en “Kokomo City” una de las propuestas de no ficción más interesantes que vamos a ver en España durante el mes del Orgullo.