La bala que cambió unas elecciones

La bala que cambió unas elecciones

«La bala hirió a Donald Trump, pero mató a Joe Biden». La frase de Matthew d’Ancona ha sido portada del semanario británico: «The New European» y no puede resumir mejor lo ocurrido el pasado 13 de julio en Butler, Pensilvania. El atentado fallido contra Donald Trump ha transformado por completo la contienda electoral estadounidense que ya estaba marcada por el dramatismo y los giros de guion. La fotografía del expresidente con la bandera de Estados Unidos de fondo y el puño en alto desafiando los disparos mientras grita: [[LINK:INTERNO|||Article|||6694d0dd2ec81200078630fd|||«¡Luchad, luchad!»]], se ha convertido en la imagen definitiva de esta inédita carrera para la Casa Blanca, a pesar de que todavía quedan más de tres meses para las elecciones y que en política una semana es una eternidad.

La instantánea de Evan Vucci, de AP, una mezcla de Iwo Jima, Delacroix y MAGA, dio la vuelta al mundo. A la hora y media se vendían camisetas con la imagen de Vucci. Fue una extraordinaria demostración de fuerza por parte de un hombre de 78 años con problemas de sobrepeso y que ha puesto todavía más en evidencia la alarmante debilidad de su rival, Joe Biden. En el mundo moderno, una bola de fuego de energía cinética siempre vencerá a una estatua, escribe D’Ancona. El equipo de campaña de Biden, que igual que el presidente se mueve entre la negación y la ensoñación, pensó que el atentado ayudaría a aliviar la presión sobre la candidatura y les permitiría ganar tiempo. Llegaron a plantearse la posibilidad de nominar por adelantado a Biden como candidato para zanjar el debate de su reemplazo. Una idea que tuvo que ser descartada por las protestas internas. Efectivamente tras el intento de asesinato el foco se puso en Trump, pero no por ser un insurrecto, convicto por 34 delitos graves, y el único expresidente condenado por agresión sexual, sino por su aura de invencibilidad. Trump es sobre todo instinto, y su instinto le hizo zafarse de los servicios secretos y levantarse desafiante convirtiéndose en una especie de nuevo héroe americano.

El viento sopla ahora a su favor. Solo había que ver la Convención Nacional Republicana en Wisconsin para darse cuenta de que Trump ha conseguido en 2024 lo que no había logrado en 2016 o 2020 que es unificar el partido alrededor suyo. Ha transformado el GOP (Grand Old Party) en MAGA. El mejor ejemplo de ello es la asistencia de la exembajadora de EE UU en la ONU, Nikki Haley, la última rival en pie durante las primarias. En un principio no estaba previsto que la exgobernadora participase en la convención, pero el intento de asesinato del expresidente le hizo llamar a la puerta.

En el otro lado, sin embargo, vemos un Partido Demócrata abierto en canal por las dudas sobre la candidatura de Biden. Las voces que piden su retirada siguen aumentando, pero no importa cuantas sean porque la decisión última reside en una persona y es Biden. Las opciones que tiene por delante no son buenas y ninguna garantiza que vaya a provocar un giro en la campaña, pero la inacción nunca ha sido una buena estrategia. El estreno del candidato a vicepresidente de Donald Trump, el senador por Ohio, JD Vance, de 38 años, joven y energético, también ha sido un bofetón para los demócratas que en estos momentos representan todo lo contrario.

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