La boda del año… fue una macroboda en San Sebastián de los Reyes

La boda del año… fue una macroboda en San Sebastián de los Reyes

Aquello fue como la boda de Lolita. Por la masa que abarrotaba el templo. Pero, sin el “Si me queréis irse” de la matriarca. No hubo que llamar a la Guardia Civil ni llevar a los novios a la sacristía por temor a un tsunami del gentío. Alboroto, lo justo. Aliñado por el silencio y recogimiento propio de quienes buscan refrendar su relación ante Dios. Ayer se celebraba por primera vez en España una macroboda católica. Un “sí, quiero” colectivo. Pero personal e intransferible. Dieciocho parejas pasaron por el altar de la parroquia de San Sebastián Mártir, en San Sebastián de los Reyes. Ni una se echó atrás. Ni novia ni novio a la fuga.

Poco después de las ocho y media de la tarde comenzaba la fiesta. Ellas, radiantes. Y de blanco. Ellos, impecables. Con ojal a juego. “El desafío pastoral es que tanto los novios como la parroquia, el pueblo y los medios de comunicación no se quedaran en lo anecdótico, sino en la verdad del sacramento del matrimonio”, explica Javier Sánchez-Cervera, el párroco y promotor de este particular “lío”, como lo denominaría el papa Francisco. “Todo lo que rodea a una boda, en el fondo, da igual. Lo que importa es la gracia de Dios, cómo transforma su relación”, señala este sacerdote y emprendedor que, en 2018, puso en marcha, junto a otros presbíteros, que también están detrás de “10 minutos con Jesús”, un proyecto digital para ayudar a rezar a través de audios.

Precisamente esa audacia es la que le llevó a organizar esta macroboda: “Fue cosa mía. Siempre tengo presente la frase del Papa Francisco en su exhortación apostólica ‘Evangelii Gaudium’, que nos invita a promover una Iglesia en salida y accidentada, en lugar de encerrada en sí misma”. Y para hacerlo posible, abrió las puertas de par en par de su parroquia y colgó una lona gigante de la fachada para iniciar el casting. “Cuando lo comenté por primera vez, estoy seguro que alguno pensó que ya estaba el cura de siempre con sus locuras y pensé que me podía caer alguna. Pero las posibles críticas se esfumaron de inmediato. De hecho, en la primera misa que anuncie la macroboda, me miraron con cara de asombro, pero a los pocos días ya teníamos cuatro parejas”, apunta Javier.

A la vez, buscaba dar respuesta al desplome de los casamientos. Y es que, hoy por hoy, solo dos de cada diez bodas se realizan según el rito católico. “Son muchas las parejas sin casarse que se acercan para bautizar a sus hijos o para que reciban la primera comunión, Cuando les preguntaba por el motivo, no me encontraba con un rechazo a la religión, sino más bien con un ‘Ya me gustaría, pero no tenemos capacidad para organizar un bodorrio, lo dejamos pasar y ahora no lo vemos…’. En la sociedad de la imagen y del consumo, ellos se han quedado excluidos”, reflexiona Sánchez-Cervera. Ante este fenómeno, este cura madrileño ha querido redescubrir “el matrimonio desde el magisterio de la Iglesia, sobre todo teniendo encuentra que últimamente se ve más como un objeto de risa que como una apuesta vital”. “Además, la batería de leyes que se han ido aprobando en estos años han ido disolviendo el concepto de matrimonio y han propiciado que la gente no se plantee casarse porque ven que no tiene sentido”, deja caer.

Con estas premisas, se entiende el perfil de quienes ayer intercambiaron arras y anillos. Variados, pero talluditos. De hecho, uno de los requisitos propuestos por la parroquia era que hubieran vivido bajo el mismo techo al menos durante cinco años. Así, algunos acumulan tres décadas como pareja, tienen hijos… No es que se les haya pasado el arroz. Más bien, se trata de una ‘operación reencuentro’ con la fe para salir al paso de una rutina entretejida de complicaciones que los llevó a ir dejando la práctica religiosa y a aparcar el sueño de vestirse de blanco. Entre otras cosas, por el ingente desembolso que implica enfrentarse a una boda al uso. Se calcula que el gasto medio de un enlace en España, sea civil o religioso, supera los 21.000 euros, sin contar con la luna de miel, contando, lo mismo con el vestido de ella y el traje de él que con el banquete, que se lleva la mayor partida: 10.600 euros de media.

En la macroboda de San Sebastián los gastos se han reducido a la mínima expresión. Prácticamente gratis. Para lograrlo, han arrimado el hombro los fieles de la iglesia, los vecinos del barrio y pequeñas empresas de la ciudad. Una de las catequistas de San Sebastián Mártir se sacó de la manga una receta para elaborar una tarta para sesenta comensales que se degustó fuera del templo tras la bendición final, a la vez que se realizaba un brindis multitudinario y se disfrutaban de unos fuegos artificiales. A partir de ahí, los novios y sus allegados partieron hacia el recinto ferial. Hasta seis casetas se ofrecieron para invitar a los recién casados a un particular banquete de pinchos y los feriantes donaron fichas para que los niños pudieran disfrutar junto a sus padres de un día más que especial.

Otra prueba de esta cadena de favores es que ayer a las cuatro y media de la tarde los salones parroquiales se convirtieron en un salón de belleza en toda regla, con equipos de voluntarios que se pusieron manos a la obra con el maquillaje, peluquería… Manicura incluida, gracias a la generosidad de Natalia, una colombiana que desde hace cinco años regenta “Beauty Uñas y Pestañas”, en el centro comercial Zoco Las Pirámides. Ella, que recibió en su momento ayuda de Cáritas para salir adelante, ahora buscaba compensar ese apoyo. “Y no solo eso. Ya piensa en ser una de las novias el año que viene”, avisa el párroco que, a pesar de la magnitud del evento, no se decanta por el “una y no más”. “Estoy cansado, porque está siendo una semana de locos. Estoy convencido de que pasado mañana se me han olvidado todos los contratiempos. Además, por aquí la gente ya está pensando en cómo organizar la del año que viene, incluyendo en los equipos de trabajo a los que se han casado ahora”. Y es que el casamiento tuvo lugar en plenas fiestas de la conocida como Pamplona chica por sus encierros, un día después de que se celebrara la fiesta grande del patrón, el Santísimo Cristo de los Remedios, con una eucaristía presidida por el obispo auxiliar de Madrid, Vicente Martín. Precisamente, la decoración florar encargada por la Hermandad del Cristo para la festividad local es la misma que ha servido para recibir a los novios. Junto a Javier y los voluntarios, la macroboda salió adelante gracias a Liz, la secretaria de la parroquia, que en estas últimas semanas lo mismo daba cita a las novias para el cardado que se peleaba para que todos los expedientes matrimoniales estuvieran niquelados en fecha y hora.

“Todo ha sido obra y gracia de Dios, ha sido la providencia la que nos ha llevado hasta aquí”, sostiene Javier García, que ayer dio el “sí, quiero” a su novia Giovanna. Viudo desde hace tres años y medio, el Evangelio diario del papa Francisco que le regaló su madre le acercó de nuevo a la religión y en su vuelta a la Iglesia se topó con su ya esposa italiana. “En una convivencia, cuando leía la Palabra de Dios en una capilla, justo bajó ella, le propuse leer conmigo… y hasta hoy”, comenta emocionado. Entre sus planes, no se encontraba ni mucho menos casarse todavía. Menos, una macroboda. “Vas viendo cómo el Señor abre caminos, porque yo tenía miedo a la reacción de mis tres hijos, pero tras un retiro en un convento de clarisas en Salamanca, se lo planteé y mi sorpresa fue que se tiraron a mis brazos”. Con el respaldo de los suyos y, por supuesto, el amor de Giovanna, ayer ratificaron su relación en su parroquia. “Ha sido un regalo compartirlo con las otras parejas, porque se ha multiplicado por dieciocho la acción de Dios en nuestras vidas, como en las bodas de Caná”, sentencia.

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