La ciencia descubre que estos tres músculos son la clave del hombre más fuerte del mundo, Eddie Hall

La ciencia descubre que estos tres músculos son la clave del hombre más fuerte del mundo, Eddie Hall

Entrenar está de moda y, aunque hacer deporte es sano y
recomendable, la obsesión por obtener el físico
de nuestros sueños es especialmente tóxica. La mayoría de los varones que se
apuntan a un gimnasio busca músculos más grandes y, entre las mujeres, los cuerpos
musculados
también empiezan a popularizarse. Sin embargo, hay algo que
como sociedad parece que todavía no hemos entendido: más grande no siempre
significa más fuerte. De hecho, un estudio reciente ha analizado el cuerpo
de quien fue el hombre más fuerte del mundo en 2020, Eddie Hall, y el resultado es que,
posiblemente, los músculos
que han marcado la diferencia en su carrera como strongman son,
precisamente, los que menos lucen en sus poderosas piernas.

Hablamos de tres músculos especialmente delgados si los
comparamos con los grandes paquetes musculares
que tornean las piernas de los culturistas. Están muy lejos de parecerse al
cuádriceps, a los bíceps femorales o a los glúteos y sus nombres son desconocidos
para el gran público: grácil, sartorio y semitendinoso. Si los buscas en un
atlas de anatomía verás que son apenas cuerdas. El grácil, por ejemplo, va del
pubis a la zona interior y superior de la tibia (la parte superior de la cara
medial). El semitendinoso empieza en la tuberosidad isquiática, que es otra
zona inferior del hueso que forma la cadera y termina al lado del grácil.
Finalmente, el sartorio empieza en la cresta ilíaca, esa zona afilada
que podemos palpar en el lateral de nuestra cadera y, curiosamente, termina
donde los otros dos músculos, formando entre ellos la llamada “pata de ganso”.

La variabilidad humana

Todos conocemos alguien sorprendentemente fuerte para su
tamaño o, por la contra, un musculitos de gimnasio incapaz de hacer una
flexión. Si lo que buscamos es la hipertrofia (el aumento de tamaño), nos
centraremos en los músculos
más llamativos e intentaremos concentrar todo nuestro entrenamiento en ellos,
que no se ayuden de otros menos vistosos, porque no queremos malgastar nuestro
tiempo para duplicar el tamaño de un músculo que nadie va a ver.

Evidentemente, esto es una simplificación muy burda, pero
que nos ayuda a entender cómo los movimientos compuestos, aquellos que implican
varias articulaciones en lugar de aislar músculos concretos, son preferibles
para desarrollar fuerza, aunque no tanto para ganar volumen. El número de
repeticiones, series y el peso que empleemos también condicionarán cómo de eficiente
es nuestro entrenamiento para ganar volumen o aumentar nuestra fuerza. Ahora
bien… ¿Cómo han determinado los científicos que la clave de Eddie Hall estaba
en su grácil su semitendinoso y su sartorio?

Todo suma

En el estudio recientemente publicado en Journal of
Applied Physiology los expertos explican que hicieron resonancias
magnéticas tanto a Eddie como a otros participantes (tanto entrenados como sin
entrenar). Con esas imágenes pudieron calcular el volumen de cada uno de sus
músculos y compararlos, no solo entre los más evidentes, sino entre los que
suelen pasar desapercibidos. Evidentemente, los resultados mostraron que el
cuádriceps de Eddie, ese gran músculo que estira la articulación de la rodilla
como si diéramos una patada, era algo más del doble de grande que en los
hombres no entrenados y un 18% más grande que los de un velocista de élite. Esta
diferencia del 18%, para hacernos una idea, es como si pasáramos de medir 1,5
metros a 1,77. Una diferencia notable que compartía con el bíceps femoral (el opuesto
al cuádriceps).

Ahora bien… si comparamos su sartorio, grácil y
semitendinoso encontraremos que son, entre dos veces y media y cuatro veces más
grandes que los de una persona no entrenada. No es fácil determinar a qué se
debe esta diferencia. Puede que el entrenamiento de Eddie haya favorecido estas
adaptaciones desde su infancia o, quizás, puede que ya contara con cierta
ventaja genética. A fin de cuentas, los seres humanos somos variables entre
nosotros, hay personas más altas, personas con los rasgos más afilados y
personas con unos músculos naturalmente más fuertes y grandes que otras.

El estudio es realmente interesante, en eso no cabe duda.
Sin embargo, es un caso aislado. Nos habla del cuerpo de Eddie Hall y poco más.
Para confirmar estos resultados hará falta un estudio que analice más casos de “forzudos”
y los compare entre sí. Y, aunque los casos de estudio, como puede ser este,
son muy importantes para marcar las líneas de nuevas investigaciones más fiables,
debemos tomarlos con precaución, disfrutando de la curiosidad, pero evitando convertir
sus resultados en consejos prácticos.

QUE NO TE LA CUELEN:

No obstante, es importante insistir en que, a pesar de que
hay una clara correlación entre el volumen de un músculo y la fuerza que este
puede ejercer, la correlación es más fuerte si comparamos a un mismo individuo
antes y después de un periodo largo de entrenamiento. Y es que, si comparamos a
individuos diferentes, hay otras características que pueden afectar a la correlación,
por ejemplo, el lugar exacto donde se inserten los músculos. Algunos se unen al
hueso más cerca de la articulación, otros más lejos, de ello depende, por
ejemplo, el hueco que queda entre el bíceps y el codo. Y, del mismo modo que
cuesta mucho levantar un peso al final de un palo, estas distancias van a condicionar
que el músculo tenga que ser más o menos grande para poder ejercer la misma
fuerza.

REFERENCIAS (MLA):

Balshaw,
Thomas G., et al. “Muscle and Tendon Morphology of a World Strongman and
Deadlift Champion.” Journal of Applied Physiology, vol. 135, no. 4,
2024,
https://doi.org/10.1152/japplphysiol.00342.2024. Accessed 15 Aug. 2024.

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