La compañía madrileña que pondrá los aerotaxis en el cielo de las ciudades

La compañía madrileña que pondrá los aerotaxis en el cielo de las ciudades

Seis personas a bordo, piloto incluido. Con capacidad para recorrer 130 kilómetros, a una velocidad de crucero de 180 km/h y 220 km/h de máxima. Capaz de elevarse unos 150-300 metros sobre el terreno. Y por supuesto de manera cien por cien eléctrica, con baterías de litio, suponiendo además una emisión de sólo 45 decibelios de ruido. No tendremos que esperar a un futuro muy lejano para levantar la vista y ver aeronaves como la anteriormente descrita surcando los cielos de grandes capitales como Madrid. Esas urbes con coches voladores que, hasta ahora, sólo creíamos posibles en el cine de ciencia-ficción, están mucho más cerca de lo que pensamos. Y lo sabemos porque una empresa madrileña, Crisalion, cuenta ya con el prototipo. Su nombre, Integrity.

«En seis años, tendremos una aeronave certificada. Por tanto, en 2030, saldremos al mercado», explica a LA RAZÓN Carlos Poveda, CEO de Crisalion Mobility. La compañía, como detalla Poveda, prácticamente «nació con la pandemia». Anteriormente, en 2016, fundaron Umiles Next, en la actualidad una de las mayores empresas de drones del sur de Europa. Esa experiencia, sumada a la alianza con Tecnalia, el mayor centro de investigación aplicada y desarrollo tecnológico de España, les sirvió para «saltar a un proyecto mucho más ambicioso como es hacer aviones desde España y desde Madrid». Con todo, estamos hablando de una compañía multimodal: además del transporte aéreo, abarcan el terrestre, también eléctrico, y con autonomía, teledirigido desde un centro de control.

Todos los hitos de la compañía se han producido con capital y talento nacionales, la mayoría procedentes también de nuestra región. Desde entonces, afirma, «seguimos creciendo y duplicando plantilla año tras año». Ahora, la empresa da el salto a Catar. «Oriente Medio siempre va a la vanguardia de la tecnología, y muchísimas entidades han demostrado un gran interés: operadores de helicópteros, universidades, inversores…». Del mismo modo, en lo que respecta a Latinoamérica, esperan tener presencia en Brasil.

Agilidad y seguridad

Así, llegamos hasta Integrity. Crisalion es una de las diez compañías a nivel mundial –y la única en España– que cuenta con un prototipo de aerotaxi que es capaz de volar. El aparato funciona a través de la tecnología FlyFree, desarrollada también por Crisalion. Este hardware permite controlar los movimientos de la aeronave en todas las direcciones, logrando así una estabilidad, seguridad y agilidad «únicas» durante todas las fases del vuelo.

«Teníamos un primer prototipo, llamado Concept. Para que podamos entenderlo, era un dron con forma de huevo, con cuatro brazos, cada uno de ellos un dron. Un dron de drones», explica Poveda. Aquella experiencia les sirvió para testar la tecnología, participando en varios vuelos «indoor» desde 2020 y en diferentes ciudades como Toulouse, Jaén y Lugo. «Lo más importante para nosotros era demostrar la eficiencia de nuestra tecnología, que, básicamente, nos da una estabilidad extra no conocida todavía en el mundo de la aviación».

Es indudable que algo se está moviendo en el cielo madrileño. A finales del pasado enero, el Ayuntamiento de la capital constituyó la primera Comisión de Movilidad Aérea Urbana. ¿El motivo? Precisamente innovaciones como la que nos ocupa: la aparición de nuevos servicios de movilidad aérea para el transporte tanto de mercancías como de personas y que, como afirmaban desde Cibeles, son una parte más de ese «Madrid del futuro».

Poveda explica que esa iniciativa municipal es un peldaño más en la creación del U-space, el sistema desarrollado por la Unión Europea para la gestión del tráfico de aeronaves no tripuladas. «Todos vamos a compartir lo que se llama la ‘‘primera capa del aire’’: los primeros 300 metros de altitud, donde encontramos parapentes, ultraligeros, cometas, drones… y ahora, estos nuevos aerotaxis. Hay que regularlo de alguna forma para evitar cualquier tipo de incidente, especialmente en las ciudades. Las aerovías ya existen, sólo que estas, en lugar de llevarnos de un país a otro, nos llevarán de un barrio a otro, y a unas altitudes mucho más pequeñas».

De hecho, esta Comisión del Ayuntamiento trabajará con la Dirección General de la Policía Municipal. La finalidad, implantar las medidas necesarias para el control de actividades relativas al uso de aeronaves.

¿De barrio en barrio?

Una primera tentación es pensar que, en menos de diez años, podremos coger un aerotaxi que nos lleve desde Villa de Vallecas a Fuencarral, de un extremo a otro de Madrid, en un tiempo aún no alcanzado por ningún otro tipo de transporte urbano. Pero vayamos poco a poco. «Tiene más sentido empezar con misiones de carga, o para servicios medicalizados en zonas más remotas. Casos en los que, por ejemplo, la nieve impide que las carreteras sean más fluidas para transportar mercancías urgentes. O para servicios de rescate, dando una respuesta mucho más rápida en la ciudad de Madrid…», dice Poveda. Así, hay que ser ambicioso, pero también «prudente». «Quizá, en seis años estemos en Madrid, quizá en diez…».

Hay otro polo de atracción que no podemos obviar: el turismo. «Hablamos de altitudes entre 150 y 300 metros. Imaginemos cómo se podrá ver el skyline de cualquier ciudad». De hecho, Poveda apunta que en resorts de playas caribeñas ya se plantean adoptar esta nueva tecnología, sustituyéndola por los helicópteros tradicionales. «Para el operador, el mantenimiento es mucho más económica», señala. Y en lo que se refiere al impacto en el medioambiente, sobre todo en lugares con una protección alta, sería nulo.

Ya que hablamos de contaminación, en la ciudad de Madrid se pueden llegar a contabilizar en torno a seis millones de desplazamientos diarios a través del vehículo privado. Junto a estos, están sus correspondientes emisiones de Dióxido de Nitrógeno (NO2), considerado uno de los gases contaminantes más perjudiciales para la salud. ¿Sería el desplazamiento aéreo una de las soluciones para aminorar este impacto? Desde Crisalion consideran que es una de las grandes bazas que pueden ofrecer.

«No nos conformamos sólo con las cero emisiones», explica Poveda. Y es que el proyecto presenta una «iniciativa muy ambiciosa de economía circular»: se utilizarán muchos componentes reciclados, lo que incluirá también un tratamiento de las baterías.

Sin turbulencias

¿Qué sensación tendría el usuario del Integrity? ¿Sería similar a la de un avión? ¿A la de una avioneta? ¿Al traqueteo de un vagón de Metro? «Creo que no conocemos ningún tipo de transporte cuya sensación pueda equipararse. Es una sensación nueva», explica Poveda, que también es piloto e instructor de vuelo. «En todos los transportes tenemos algún tipo de inercia. En este caso, el despegue y aterrizaje es vertical, como el de un helicóptero. En la aviación ligera, el miedo que sentimos está en las turbulencias. Sin embargo, con nuestra tecnología se está minimizando mucho. Si queremos que la gente vuelva a montarse, es importante que sea así.

En todo caso, sí cree que el usuario «sentirá seguridad, confort… y lujo. El interior que estamos desarrollando para una aeronave de estas características y a este precio, se equipara al de un helicóptero que pudiera tener un valor cinco o seis veces superior en el mercado. Se ha pensado mucho en la ergonomía, en los colores, en el tamaño de las ventanas… ». De hecho, el diseño final será muy parecido al podemos ver a día de hoy. «El aspecto externo es prácticamente el mismo. Pero hay un punto importante: lo que hemos aprendido de las conversaciones con los reguladores, el mercado, los usuarios… es contar con un diseño que tenga un sentido: que sea certificable. Del mismo modo, si nos fijamos en la cola, en las alas o en el fuselaje, a pesar de parecer muy modernos, son diseños de los años 40, 50 o 60, lo que indica que el regulador confía mucho en ese diseño. Y hemos integrado el sistema FlyFree a todo ello, que es la parte innovadora».

En esos primeros vuelos habrá piloto. Pero el día de mañana, según Poveda, todo indica que aeronaves como Integrity volarán en remoto. «Posiblemente, al final serán naves autónomas y pilotadas en remoto cuando quede demostrada la eficiencia de esos sistemas. Pero sinceramente, no creo que antes de 20 o 30 años veamos aeronaves autónomas volando en el cielo».

Actualmente cada prototipo cuenta con una inversión de entre ocho y doce millones. Un precio que «nada tiene que ver con el de venta que tendrá en 2030» y que será de unos cuatro millones.

Dentro de unos seis años, en 2030, habrán finalizado las últimas fases del proyecto y Crisalion obtendrá la certificación de Integrity para que el aerotaxi salga al mercado. Para entonces, habrá que levantar la cabeza, mirar de nuevo al cielo y quizá, ahora sí, darnos cuenta de que ya estamos en el futuro.