La cueva de bestias animales que no puedes dejar de visitar en Cantabria

La cueva de bestias animales que no puedes dejar de visitar en Cantabria

Cantabria es tierra de cuevas, pero hay una de ellas que no se puede dejar de visitar. ¿Por qué?, porque en su interior alberga un bestiario animal que difícilmente se puede ver en otra cavidad. La Cueva del Chufín es única y una auténtica maravilla de la naturaleza. Ubicada en la localidad de Riclones, término municipal de Rionansa y uno de los enclaves turísticos más visitado por los amantes de la naturaleza.

El bestiario animal pintado en sus paredes está compuesto por bisontes, caballos, bóvidos, ciervo, cápridos y al menos una figura antropomorfa, además de una posible zancuda.

Su localización, a la orilla del río Nansa, le confiere un valor mágico y es que los colores de la naturaleza y del propio río, sumados a la belleza de la propia cavidad, son capaces de transportar al visitante a tiempos pretéritos. Pese a que el entorno está modificado por la construcción del embalse de La Palombera, su situación en una zona de acantilado, la densa vegetación arbórea y la presencia constante de agua hacen que la visita se convierta en un auténtico lujo.

La cueva consta de un espacioso vestíbulo que ha sido testigo de importantes ocupaciones humanas hace unos 15.500 antes de Cristo. La cueva resultaba un asentamiento muy interesante ya que desde su ubicación hay una vista privilegiada del valle, un avistamiento perfecto para los cazadores.

 

En la cueva, los moradores prehistóricos grabaron figuras sobre la roca. Numerosas ciervas, un bisonte, algún posible pez y diversos signos realizados, todos ellos en surco ancho y profundo, aparecen concentrados en un panel bajo el cual, una pequeña abertura da acceso al interior de la cavidad. Adentrarse en esta cueva es mágico.

Tras recorrer un espacio de techo bajo, se pasa a una amplia sala en cuya parte final se encuentra un lago artificial. Es en esta sala donde se localizan, a uno y otro lado, las representaciones artísticas más llamativas.

Por su intenso color rojo destacan las composiciones realizadas a base de puntuaciones, algunas de las cuales han sido interpretadas como representaciones genitales. En ese mismo tono cromático se pueden ver figuras de caballos, un uro, diversas puntuaciones a veces organizadas en series, una figura femenina y un ciervo.

 

Según los estudios de los expertos, las figuras parecen haberse grabado en más de una fase temporal. Sin embargo, tanto los grabados del vestíbulo, y algunos de la parte interior, así como las figuras rojas, datan de la época previa al Magdaleniense, hace más de 16.000 antes de Cristo. El resto de grabados interiores, por lo general de surco más fino y con detalles anatómicos, se asignan a un momento posterior, en torno al 11.500 a.C.

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