La debilidad franco-alemana amenaza con paralizar la UE

La debilidad franco-alemana amenaza con paralizar la UE

Las elecciones europeas han supuesto un serio varapalo tanto para el presidente francés, Emmanuel Macron, barrido por el Reagrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen, como para el canciller alemán, Olaf Scholz, cuyo partido ha caído en tercera posición tras la CDU y Alternativa para Alemania (AfD). Una revuelta antieuropea en el corazón de la UE que causa preocupación y miedo en Bruselas, que teme un club comunitario sin un timón claro y que el salto geopolítico que debe realizar la UE en los próximos años, para hacer frente a Rusia y China, se quede en papel mojado.

Lo cierto es que estos resultados electorales han profundizado una serie de problemas que colean desde hace meses. La relación entre Macron y Scholz es fría, cuando no gélida, a pesar de que el primero se ha afanado en aprender alemán (discrepancias sobre un instrumento europeo de deuda para financiar la defensa o hasta dónde debe llegar el apoyo a Ucrania, especialmente después de que Macron abriera la puerta al envío de tropas) y el canciller es percibido, tanto en París como en Bruselas como un líder débil, atrapado en una coalición de Gobierno que no siempre parece tener un mensaje común y que ha actuado en algunos casos dando volantazos (véase el veto in extremis sobre el coche de combustión). Un canciller sin la autoridad moral de Angela Merkel que, pese a sus defectos, nunca dio la impresión de no mandar en su propio Ejecutivo.

Pero estos problemas pueden ser mucho mayores dependiendo de lo que suceda en las elecciones legislativas francesas. Si los cálculos de Marcron son erróneos y no consigue movilizar un frente anti Le Pen, puede enfrentarse a una cohabitación con un primer ministro de esta formación ultra. Previsiblemente, Jordar Baredella, la estrella emergente de tan solo 28 años. Según escribe Maria Demertzis para el think tank Bruegel, «una cosa está clara: el presidente Macron está desesperado y en este juego de póker ha echado todas las cartas sobre la mesas. El ataque es su mejor defensa».

Si la cohabitación con Le Pen acaba por materializarse, esta analista cree que «la ultraderecha intentará debilitar la Unión Europea y socavar su posición dentro del bloque. Alemania, cuya posición también se ha debilitado, puede no conseguir que todo el mundo se una bajo su posición para hacer retroceder a la ultraderecha». Hay que tener en cuenta que Scholz no es el único líder chamuscado. Los Verdes, que forman parte de la coalición de Gobierno y conocidos por su posición asertiva respecto a China y Rusia, también han sido fuertemente castigados en las urnas.

Otra de las incógnitas reside en qué papel puede desempeñar Giorgia Meloni, la gran triunfadora de estas elecciones europeas, y qué puede pasar dentro del denominado triángulo de Weimar, una entente cordiale entre Alemania, Francia y Polonia, renovada después de que el proeuropeísta Donald Tusk ganara las elecciones polacas en otoño.

El tablero de ajedrez europeo puede moverse y aún es difícil saber las consecuencias. Aunque Ursula von der Leyen consiga un segundo mandato al frente de la Comisión Europea le será difícil liderar a los Veintisiete con una Francia que pone zancadillas y una Alemania ensimismada en su propia debilidad.

El sistema semipresidencialista francés hace que recaiga sobre el inquilino del Elíseo la política exterior y de defensa, pero esto no significa que un hipotético Gobierno liderado por Le Pen no tenga poder de maniobra en muchos asuntos que afectan al club europeo. Según asegura Holger Schmieding, economista en jefe del Banco Berenberg en Londres, en su análisis para The Gobalist, el Parlamento francés es el encargado del control del gasto, lo que puede afectar en las partidas habilitadas para Ucrania. Esto haría que Francia tan solo pudiera donar las armas existentes, pero no comprometerse a nuevos encargos, una señal de debilidad que podría envalentonar aún más a Vladimir Putin.

Precisamente, el impulso de la industria de defensa se perfila como uno de los grandes ejes de un posible segundo mandato de Von der Leyen. Pero estas promesas pueden quedar en agua de borrajas. «Le Pen ha apelado a terminar con los proyectos de defensa entre Francia y Alemania. Con un Gobierno en París liderado por Le Pen, la Unión Europea debería esforzarse para conseguir avanzar en una política de licitación pública más racional y efectiva, por no hablar de una política de Defensa europea genuina», sostiene el analista Berenberg, quien también señala el peligro de que una Asamblea francesa controlada por Le Pen aumente el déficit público, que en el caso francés ya es ahora del 5,5% del PIB, o la incógnita sobre qué pasará con la propuesta francesa de fortalecer el mercado de capitales europeo, como modo de mejorar la financiación de las empresas para que pueden competir en igualdad con Estados Unidos o China.