La deuda pública se encaramó en junio en el billón seiscientos veinticinco mil millones de euros con un crecimiento del 3,6% en relación con el año pasado, es decir, 56.239 millones de euros, lo que equivale al 108,2% del Producto Interior Bruto. Sin rasgarse las vestiduras, sin caer en el catastrofismo, los españoles deberán devolver esa deuda abracadabrante con los correspondientes intereses. El bienestar de varias generaciones se cuarteará, sin descartar el riesgo del propio Estado.
La política sanchista resulta cada vez más alarmante. A pesar de asfixiar a los contribuyentes con unos impuestos en crecida, casi confiscatorios, el Gobierno nos endeuda a todos para sufragar el despilfarro de un gasto público desmesurado, de unas promesas económicas en busca de votos a todo punto inasumibles y de un descaro soez al acudir a los préstamos para pagar lo que se promete.
Con su verborrea incontenible, Pedro Sánchez y sus líderes apologizan sus realizaciones, presentan un Estado del bienestar que raya con el paraíso y engañan a los españoles con el pan para hoy que se convertirá en hambre cuando los sucesores del sanchismo se tengan que enfrentar a los derroches, los despilfarros, las deudas y los déficits de un gasto público deliberadamente descontrolado, aparte la desbocada inflación.
Por supuesto que los ayuntamientos y las comunidades autónomas contribuyen a la desmesura en que se ha situado la deuda pública. Pero solo en un 10%. Corresponde al Gobierno despilfarrador el 90%. Y no parece fácil que la caravana del derroche retroceda. Ni siquiera que se contenga. Al sanchismo le conviene electoralmente mantener la ficción. Y cuando no se pueda continuar, que tallen otros.
Además del auge independentista en Cataluña, sustanciado en la necesidad de los escaños catalanes para mantener en el poder a Pedro Sánchez, está ya abierto un frente económico en el que, a pesar de los incrementos constantes de impuestos, el Estado necesita endeudarse cada vez más para atender las exigencias de pago, contraídas de forma irresponsable. Varios economistas de máximo relieve creen que resulta imprescindible atajar con urgencia la situación creada y exponer a los españoles la gravedad de la situación a la que hemos llegado, zarandeados por una deuda pública y un déficit acongojantes.
