El orden mundial posterior a la Guerra Fría se resquebraja a pasos agigantados y, en medio de ese colapso, el abuso impune de la fuerza y del poder prospera, causando estragos. “Vemos esta era de impunidad por doquier ―en Oriente Próximo, en el corazón de Europa, en el Cuerno de África, y en otras partes―. El nivel de impunidad en el mundo es políticamente indefendible y moralmente intolerable”, clamó, impotente, el secretario general de la ONU, António Guterres, esta semana en su discurso en la sesión plenaria de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
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