La fiesta en el Bernabéu superó a la de Taylor Swift

La fiesta en el Bernabéu superó a la de Taylor Swift

El Santiago Bernabéu tiene vida. Con el equipo a miles de kilómetros de distancia, el estadio vibró como si la final se disputará en Madrid. Uno de ellos era Mario, un hincha que viajó desde Zaragoza para conocer el recinto por primera vez junto a su novia. Un día antes tuvo la sensación de estar en Madrid y con lágrimas en los ojos compartió sus sensaciones: “Todavía no sé cuál es la emoción concreta que siento, pero estoy emocionado. Es increíble, no tengo palabras. Se nos ocurrió de golpe y ahora estamos aquí juntos viendo ganar al Madrid”.

La familia inseparable también es parte del fútbol, la pasión se transmite de generación en generación. Así era el caso de los dos Santi y las dos Cris. Hijos que se llaman como sus padres, progenitores que nombraron igual a sus descendientes. Los cuatro disfrutaron y sufrieron en el Bernabéu con la misma camiseta, emoción y sonrisas de oreja a oreja. Cris lo tiene muy claro: “Dime a alguien que no se emocione con esto” Y abraza a toda su familia.

Fabián y Margarita tienen dos motivos muy claros para viajar desde Canadá hasta su país natal. Son el Real Madrid y Taylor Swift, dos estandartes en su industria que mueven masas. Entre semana, los dos vivieron la experiencia “swiftie” en el estadio y en la final sintieron todavía más emociones. “Hay mucho ambiente, tanto en el concierto como ahora, el concierto fue increíble y ganar la final todavía más”, apunta Margarita. Fabián tiene claro qué es lo más importante: “En 2002 nació mi hija, la llevé al registro civil y al día siguiente la hice socia. Prioridades”.

Aunque el partido se disputó en Londres, los jugadores blancos casi pudieron escuchar como retumbó el estadio. El himno de la Champions hizo llorar a más de uno. Brianda, aficionada declarada de Taylor Swift, se percató que el Bernabéu se entregó de igual manera a la estadounidense, que al Madrid. Pasaban los minutos y los hinchas asistentes estaban con los brazos cruzados, sentados hasta el filo de su asiento mientras observaban alguna de las pantallas gigantes. La noche se presentó y en cada rincón del estadio aparecieron las luces de los móviles en el Bernabéu, las estrellas llegaron a Madrid y brillaron al mismo tiempo en Londres cuando Carvajal y Vini deslumbraron a Wembley. La fiesta no había hecho más que empezar.