«La Gran Mentira»

«La Gran Mentira»

Aun a riesgo de convertirme en una de esas personas que desde mediados de agosto empiezan ya a pregonar la cercanía de la Navidad, tengo que avisar que nos dirigimos hacia final de año y que, por lo tanto, va siendo tiempo de balances. Momento de repasos y recuentos, de saber cómo ha ido y cómo nos ha ido. Y si este 2024, tenía alguna peculiaridad marcada, de esas que se señalan en las agendas, era la avalancha electoral: alrededor de la mitad de la población mundial estaba llamada a las urnas y se auguraba un horizonte político de lo más interesante. El mundo reconstruyéndose. O, quizá, deconstruyéndose en una gran prueba global para testar el estado de las democracias, las plenas, la defectuosas, las que fingen serlo y también para evidenciar (aún más) a los sistemas que ni se molestan en aparentar ser «human-rigths-friendly» y se acomodan sin más en el autoritarismo. Que elecciones de todo tipo hemos tenido este año. Y recuerda estos días «The Economist» que ya han votado más de mil millones de personas y que el cómputo no ha ido tan mal: ha aumentado la participación ciudadana en la mayoría de los comicios, el impacto de las campañas de desinformación vinculadas a las redes y la inteligencia artificial ha sido muy limitado y en muchos de los procesos los votantes apostaron por el cambio avalando el poder depurador de la democracia. Sin embargo, el semanario británico extrema la cautela en su conclusión a la espera de las elecciones de Estados Unidos y apela a los precedentes de teorías de la conspiración y fraudes varios que marcaron los días posteriores a la cita de 2020 («The Big Lie») y al susto que llegó disfrazado con cuernos de vikingo y que conmocionó al mundo en enero de 2021. Así que, pese al balance moderadamente positivo del «super año electoral global», no se puede lanzar el optimismo democrático al vuelo, que todavía no ha terminado 2024. Y, por cierto, la Navidad tampoco ha llegado.

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