La guerra del eléctrico: pierde en consumidor

La guerra del eléctrico: pierde en consumidor

Como no podía ser de otra manera, doña Teresa Ribera está entusiasmada con los aranceles de hasta el 48% que la UE va a imponer a los coches eléctricos chinos. A Ribera todo lo que sea subir la presión fiscal le encanta, igual que a su homóloga Montero y al propio Sánchez. Por fortuna aún quedan ministros con sentido común, razón por la que el titular de Industria, Jordi Hereu, hace un llamamiento a “evitar guerras comerciales entre bloques, porque nadie sale beneficiado”. Así será, en efecto, pues si en un principio pensamos que los astronómicos aranceles de Bruselas favorecerán a nuestras industrias automovilísticas, la realidad es que el efecto boomerang negativo se verá pronto, al verse perjudicada la exportación, por una cuestión básica de acción-reacción. China responderá con la misma moneda. Pero es que, además, los que si se van a ver perjudicados de inmediato son los consumidores. Comprar un eléctrico es aún demasiado caro, y el proteccionismo de la UE no bajará los precios. Los aranceles europeos no hacen más que encubrir una incapacidad y una realidad: China produce más y más barato que nosotros, igual porque trabajan más y tienen un mercado laboral y salarial más competitivo. Tapar la incapacidad con impuestos es reconocer un fracaso. Los aranceles son subidas de la presión fiscal que benefician al Gobierno, pero perjudican al comprador, que tiene que pagar mucho más por ese producto. Son, además, ineficaces, regresivos y provocarán represalias. De entrada, los macro-proyectos de eléctricos chinos previstos en Valencia y Extremadura se verán afectados. Usted y yo, también. Eso sí, Ribera y Montero saldrán ganando.