«La innovación sanitaria es cara y falta visión gestora para apostar por ella»

«La innovación sanitaria es cara y falta visión gestora para apostar por ella»

Máxima dedicación y pasión por lo que hace son las dos constantes que caracterizan la labor diaria del doctor Vicente Riambau, jefe del Servicio de Angiología y Cirugía Vascular del Hospital Clínic de Barcelona. Considerado, y con razón, como una eminencia en su especialidad, hace apenas unas semanas volvió a demostrarlo, ya que ha sido pionero en el mundo a la hora de emplear un cuerpo fenestrado aorto-aórtico para tratar un aneurisma de aorta paravisceral y libre de enfermedad en la forma distal.

¿En qué ha consistido esta intervención pionera a nivel internacional?

El uso de este tipo de endoprótesis de diseño fenestrado, que son los stents cubiertos para el tratamiento de las aortas, se hace de manera personalizada para cada paciente, atendiendo a su anatomía y a sus condiciones morfológicas. Esto ya existía antes y para su aplicación usábamos dispositivos con introductores que eran muy grandes en cuanto a perfil, algo que, en las mujeres (cuya anatomía es más pequeña, por lo general), suponía una limitación. La gran novedad ahora es que con el diseño de bajo calibre es posible usar un perfil de cruce por la femoral mucho más pequeño, lo que permite abordar arterias de mujeres con ventajas, como la posibilidad de acceder percutáneamente, sin disección, navegar por el interior de las arterias y desplegar el stent en el sitio que deseamos.

¿Podrá ser una realidad pronto?

Hablamos de unas prótesis que llevan mucha tecnología detrás y todas ellas están hechas a mano, de ahí su elevado coste. Lo que nuestro equipo ha hecho ha sido el primer implante de este tipo en un ser humano, porque no se habían hecho pruebas previas. Hemos visto que el comportamiento de esta prótesis es realmente bueno, excelente, sin perder ninguna de las ventajas que tenían modelos previos. Pero no se puede aplicar en un centro que no tenga una experiencia suficientemente dilatada en técnicas más estándar, inclusive en patología aórtica compleja.

¿De qué manera la tecnología ha revolucionado su especialidad?

Como ocurre en otras áreas, está permitiendo ofrecer soluciones a patologías que son muy complejas mediante técnicas cada vez menos invasivas y, por lo tanto, asociadas a una mejor y más pronta recuperación. Pero la gran innovación en esta especialidad se produjo hace unas cuatro décadas, aunque el punto de inflexión fue en los años 90, con la llegada de los stent y cuando se produjo un cambio de paradigma al tratar los aneurismas de aorta sin necesidad de abrir al paciente, colocando prótesis mediante técnicas de navegación endovascular, lo que redujo enormemente la mortalidad.

Usted también fue pionero en España en esa técnica… ¿Pesa la responsabilidad?

En los años 96-97 implantamos las primeras endoprótesis comercializadas. A partir de ahí hemos ido adaptando nuestro quehacer terapéutico a medida que la tecnología y la innovación se han ido incorporando. Y hemos participado activamente en el desarrollo de estas técnicas, más concretamente en la cirugía endovascular de la aorta, tanto abdominal como torácica.

Y sigue evolucionando a día de hoy… ¿Cuál es el reto actual?

Sí. Estamos en un momento en el que la cirugía endovascular ya está muy aceptada en todo el mundo, pero sigue evolucionando porque somos exigentes y sabemos que se puede mejorar para ser más eficaces con los pacientes. Ahora trabajamos duro para ir bajando el perfil de los catéteres que se introducen a través de las femorales, que son cada vez más reducidos en tamaño.

¿Ya es posible tratar casi cualquier complicación vascular?

Desde luego que sí. Además de abordar la patología estándar, ya podemos tratar situaciones muy complejas que hace pocos años se descartarían. Esto hace que muchos más pacientes puedan beneficiarse de una intervención mínimamente invasiva que salva vidas, sin importar la edad.

¿Qué haría falta mejorar?

Las guías internacionales aconsejan programas de cribado, pero muy pocos países europeos lo hacen y España no está entre ellos. El aneurisma, por desgracia, no da síntomas hasta que se empieza a romper, y si llegamos a ese extremo el tratamiento es más complejo y con peor pronóstico. Por suerte, está aumentando la detección pasiva en fases previas al aneurisma, gracias al empleo generalizado de pruebas de imagen que se solicitan por otras circunstancias.

¿Cómo vislumbra el futuro?

Optimista y prometedor. Estará marcado por la IA, que permitirá tener un perfil del paciente y su pronóstico según sus características. Y gracias al uso de elementos biológicos habrá tratamientos que permitirán detectar y tratar aneurismas en fases muy precoces, impidiendo su crecimiento. Y confío en avances en la prevención de los factores de riesgo cardiovascular. La única preocupación es la sostenibilidad de todo esto, pues la vorágine tecnológica es cara y falta visión gestora para apostar por ella. Los presupuestos sanitarios todavía emplean parámetros del pasado y no están adaptados a esa innovación que parece no tener límites. Eso impide que los avances lleguen al paciente que lo necesita y corremos el riesgo de sufrir un «crash».

Please follow and like us:
Pin Share