La navaja de Ockham también afeita en Cataluña

La navaja de Ockham también afeita en Cataluña

Guillermo de Ockham (1285-1349), filósofo, teólogo y fraile franciscano inglés, conocido como el representante más señalado del nominalismo, alumbró el principio metodológico llamado «la navaja de Ockham», que se podría simplificar en que «normalmente, la explicación más simple es la mejor». Los anglosajones lo denominan «Principio de parsimonia» que, según la formulación de Bertrand Russell (1872-1970), más enrevesada, establece que «si un fenómeno puede explicarse sin suponer entidad hipotética alguna, no hay motivo para suponerlo».

El pacto entre el PSOE –no tanto PSC– y los «indepes» de ERC, que ha colocado a Salvador Illa en la presidencia de la Generalitat tiene pendiente una explicación cabal. Es obvio, según sus palabras, que el acuerdo no es lo mismo para los responsables –y la militancia que lo votó– de ERC que para María Jesús Montero. La «vice» primera y ministra de Hacienda tiene pendiente acudir al Congreso de los Diputados para dar su versión, que no garantiza, ni mucho menos, que aclare nada, dada su propensión –quizá habilidad política– para enhebrar un discurso tan embolicado en el que puede afirmar lo mismo y contrario incluso en la misma frase. Montero afirma que no se ha pactado un «concierto fiscal», algo en lo que discrepa hasta el socialista José Borrell, que lo acordado –o anunciado– desde el punto de vista técnico es un «concierto», al margen de su conveniencia.

El problema del concierto –concierto se llame como se llame– es que no cabe en la Constitución. También es evidente que los líderes de ERC –al menos, los suficientes– son conscientes de ese inconveniente y lo eran cuando firmaron. Hay dudas de que Marta Rovira lo tuviera claro, pero eso no cambia nada. Por eso hace falta una explicación de los motivos de los «indepes» para suscribir algo de aplicación imposible, más allá de sacar pecho y poner en aprietos para la galería al Gobierno, un Gobierno que, al mismo tiempo, desean que se perpetúe, porque nunca estarán tan cómodos. La pelea ERC-Junts por la hegemonía «indepe» importa, pero tampoco parece suficiente. Por eso la opción más evidente, murmurada en circuitos «indepes», es que los responsables de ERC han mirado para otro lado y, de alguna manera cómplice, se han dejado engañar al firmar un pacto inviable. No lograrán el concierto –sí otras concesiones– pero les permite seguir adelante. Es la explicación más simple, «la mejor», según la navaja Ockham que también afeita en Cataluña.

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