La palabra gastronomía

La palabra gastronomía

Hay palabras pretenciosas que siempre fueron pretenciosas. Otras, en cambio, debieron empezar de abajo: recorrer un camino que las llevara desde las sombras a la luz, del barro al oro. La palabra gastronomía es una de esas. Su origen fue modesto, casi tosco: γαστρος, gastros, es la panza, y νόμος, nomos, es la regla, el saber. Saber sobre la panza no es un gran saber y cualquiera puede reivindicarlo; al menos, sobre la suya propia. Somos lo que comemos, dijo algún sabio en horas bajas; somos, sobre todo, comedores. Si algo hacemos en la vida es eso: cuando un señor o señora cumple sus 50 ya ha comido, grueso modo, unas 32.500 colaciones principales y por lo menos otras tantas entre desayunos, meriendas, tentempiés varios y demás chuminadas. El cincuentón o cincuentona estándar es alguien que comió 65.000 comidas: experiencia suficiente como para que empiece a conocerlas. Y sin embargo el susodicho no será un gastrónomo.

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