La primera torre con reloj de España está en Galicia

La primera torre con reloj de España está en Galicia

Las calles antiguas de Santiago se expanden a lo largo del casco histórico con un empedrado de nostalgia; una especia de alfombra tamizada de piedra que llena el alma de morriña. En invierno, cuando llueve, porque el tic tac amortiguado entristece el presente devorando el espacio del pasado. Y en verano, bajo un sol incontinente, porque su reflejo muestra un pedacito de historia por vivir.

Aquí y allá este empedrado hace de Compostela un lugar inolvidable, cuya especie de corazón de roca palpita, imperturbable, en el Obradoiro, que descansa desde siempre a los pies de la catedral, flanqueada a un lado, por San Martín Pinario y, al otro, por la Quintana. Ésta recoge uno de los secretos mejor guardados de Santiago: la Torre del Reloj.

Porque si algún sonido es conocido en Compostela, ése es el de las campanadas de esta torre, cuya construcción se inició por orden del Obispo Fonseca II en 1468. Por algo Otero Pedrayo afirma que “la campana de su reloj mide con sonido incomparable, grave y hermoso, el tiempo de Santiago”.

La también conocida como Torre de la Berenguela debe este segundo nombre a un error en el que confluyen el tiempo y la memoria. La Berenguela era una antigua torre defensiva que mandó construir el arzobispo Berenguel de Landoira en el siglo XIV, y que se ubicaba en la zona donde hoy se levanta el Palacio de Rajoy, enfrentado a la fachada principal de la Catedral.

El recuerdo de esa torre provocó la confusión llamando Berenguela también a la del Reloj, que comenzó a levantarse junto a la fachada de las Platerías. Su aspecto actual corresponde al arquitecto santiagués Domingos de Andrade; una mole de granito de 72 metros de altura que efectivamente rigió durante siglos la vida urbana y de todo el contorno santiagués.

Andrade transformó el torreón medieval en una impresionante torre barroca que pervive hoy como uno de los elementos más icónicos del complejo catedralicio.

Una torre a la que antes, en 1522, le colocaron su primer reloj, convirtiéndose así en la primera torre con reloj de España y, probablemente, una de las primeras de Europa. Tres siglos después, en 1831, se trajo otro aparato construido en Ferrol, hecho por Andrés Antelo.

Ese reloj, que es el actual, cuenta con una sola aguja y una esfera de mármol calado en los cuatro lados de la torre. Su funcionamiento diario depende de un relojero que le da cuerda cada jornada.

La campana de la torre

La campana de la torre, de dos metros y medio de diámetro, estaba considerada como una de las mejores del mundo, pero perdió su sonido original y fue trasladada al Museo Catedralicio, donde hoy puede contemplarse reposada y callada en su inmensidad.

Fundida en 1729 por Pedro de Güesmes, un famoso fundidor de la época. Afinada en ‘Do’, pesa casi 10 toneladas -unos 9600 kilos-, su diámetro es de 256 centímetros y su altura supera los dos metros.

La actual pesa 6.433 kilos y cuentan que si alguna medianoche, en vez de tocar 12 campanadas toca 13, el demonio gozará de una hora mágica para andar suelto por toda la ciudad.

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