Isabel Pantoja se ha convertido en una coleccionista de polémicas: a pesar de que actualmente se encuentra inmersa en su gira de conciertos, ahora se le ha sumado un nuevo frente: su intención de echar a Junko, viuda de su hermano Bernardo Pantoja, del piso en el que reside en el barrio sevillano de Triana. La cantante tendría intención de venderlo para hacer frente a sus problemas económicos.
Sin embargo, la japonesa no está dispuesta a marcharse del que es su hogar desde que comenzó su relación con Bernardo Pantoja hace casi dos décadas, y en la que se quedó tras el fallecimiento de su marido en noviembre de 2022.
A pesar de que este piso sea propiedad de la tonadillera, según ‘Fiesta’ existiría un documento manuscrito y firmado por ella en el que reconocía a Bernardo el derecho a vivir en dicha vivienda hasta su muerte, añadiendo que también sus “allegados” podrían hacer uso de la propiedad. Sería precisamente en este presunto texto -que el entorno de la cantante niega rotundamente que exista- a lo que se estaría aferrando Junko para no abandonar su hogar.
Demanda de desahucio
Paloma García-Pelayo reveló en el programa ‘Y ahora Sonsoles’ que la tonadillera ha pasado a la acción, informando que “la demanda fue interpuesta el último día hábil de julio”, aunque no entrará en vigor hasta que termine el mes de agosto. El procedimiento ha sido clasificado como “desahucio en precario”, lo que significa que Junko tendrá que hacer frente a los requisitos legales correspondientes.
Además, la colaboradora explicó que, a pesar de las especulaciones sobre un posible traspaso de la propiedad a nombre de Bernardo, acompañado de supuestas pruebas, estas afirmaciones han sido categóricamente desmentidas por el círculo cercano de la vocalista.
Junko continúa con su vida
La viuda del padre de Anabel Pantoja ha reaparecido por los alrededores del piso con actitud tranquila, y tras disfrutar de un paseo en el que combatió las altas temperaturas con un abanico, se sentó en la terraza de un bar para refrescarse con una bebida fría. La reacción de la japonesa a la denuncia de la cantante ha sido de absoluta indiferencia, tapándose la cara ante las preguntas de los medios.
