La soja se abre paso en Castilla y león como cultivo alternativo de regadío

La soja se abre paso en Castilla y león como cultivo alternativo de regadío

El cultivo de soja se abre paso con fuerza en Castilla y León como cultivo de regadío alternativo así como de alto valor añadido para la industria transformadora.

De hecho, la superficie cultivada esta leguminosa supera esta campaña las 400 hectáreas repartidas entre León, Salamanca y Ávila, de un total de 2.498 hectáreas en toda España, lo que supone el doble de lo que se plantó el pasado año, según informan fuentes de la Consejería de Agricultura, ganadería y Desarrollo Rural.

«La soja es una muy buena opción para la rotación de cultivos, así como en su potencial proteico y por su capacidad para fijar nitrógeno atmosférico en el suelo», destacaba este lunes la consejera María González Corral, durante su visita junto a un grupo de agricultores a unos campos de ensayo que tiene el Instituto Tecnológico Agrario (Itacyl) en la localidad salmantina de Arabayona de Mógica.

Allí, además, ponía en valor que la soja es un cultivo que necesita menos riego frente a otros cultivos intensivos, lo que supone otra ventaja más para apostar por ella.

Asimismo, González Corral ponía en valor este tipo de ensayos ya que, en su opinión, facilita que los profesionales conozcan cultivos con un gran potencial de crecimiento, además de que les permite diversificar sus producciones y poder obtener así género rentable de interés para la industria.

En concreto, se han realizado dos ensayos de variedades comerciales de soja con dos momentos de siembra diferentes: uno de primera siembra con 21 variedades de ciclo largo y otro de segunda con 18 variedades de ciclo corto.

Con ellos se transfiere la información del cultivo a los profesionales y se estudian las distintas variedades de ciclos y su adaptación a las condiciones edafoclimáticas de Castilla y León.

Además, se analiza una de las peculiaridades de esta leguminosa como la necesidad de inocular en la semilla antes de la siembra la bacteria Rhizobia japonicum, que no está presente en el suelo si antes no se ha cultivado soja, y que la planta necesita para fijar el nitrógeno

«Castilla y León tiene capacidad para convertirse en una zona productora de soja y para transformar una materia prima de cercanía en productos destinados a alimentación», decía González Corral, mientras ponía como ejemplo harinas, concentrados de soja, bebidas, yogures y salsas, todos ellos con una demanda creciente.

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