La tristeza, pero con qué palabras

La tristeza, pero con qué palabras

Una no sabe cómo se expresarían los antepasados más lejanos, los de las cuevas y las pinturas de manos rojas tintadas. Pero puedo imaginar que esas manos que trazaban bisontes, que tejían rudimentariamente frazadas para abrigarse y que sacaban de la tierra frutos que comían, sin certeza de que contuvieran alimento o veneno, eran las mismas que iban al rostro cuando la pena les invadía. Se echaban las manos a la cara y, a saber con qué palabras, avisaban a los otros: estoy triste.

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