La verdad sobre la inmigración

La verdad sobre la inmigración

Por fin la vi. La luz, quiero decir: cegado por mi elitismo de intelectual, podrido de ideología pijoprogre gafapasta, hasta ayer yo podía escribir mariconadas buenistas como que a los inmigrantes que llegan en cayucos a nuestras playas hay que acogerlos “igual que si fueran nuestros hijos y nuestros hermanos, que es lo que son”. Qué vergüenza, Dios santo: ni que yo fuera el papa Francisco. Pero eso se acabó: la realidad es la realidad, y yo por fin la he visto.

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