Lecciones de Gómez

Lecciones de Gómez

Muchos critican a Begoña Gómez, pero pocos subrayan que podemos aprender de ella.

Mi compañera de «Más de uno», Rosa Belmonte, recogió algo poco habitual en doña Begoña: declaraciones públicas.

Dijo: «No queremos empresas extractivas, queremos empresas de retorno, inclusivas». Esto enseña que lo extractivo es la política, mientras que las empresas crean, si las dejan. Y en el mercado nadie «extrae» sin dar algo libremente elegido en retorno, pero el Estado es excluyente, porque no da nada a ninguna mujer sin quitárselo antes a otra.

Doña Begoña reclamó que las empresas «incorporen en sus estrategias al menos tres Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU». Muy interesante, porque las empresas las organizan mujeres que podrían ser dejadas en paz, y no forzadas a seguir criterios que fijan políticos y burócratas –además, los ODS pueden ser incompatibles con derechos de las mujeres, como la propiedad del fruto de su trabajo.

Por fin: «Hace 80 años no se nos abrían las puertas para trabajar. Es una carrera de fondo y para los hombres el pistoletazo de salida fue hace muchos años. A nosotras nos tendrían que haber dado el pistoletazo a la vez. Si no, no vamos a llegar». Didáctica tesis, porque no todo el mundo debe partir simultáneamente y del mismo lugar para lograr el éxito, como se ve en la competencia empresarial, y en la promoción lograda por las mujeres sin coacciones políticas.

Lo que apunta la señora Gómez sirve para pensar en las falacias del pensamiento único, porque tanto el acierto como el error son intelectualmente nutritivos. Y errar no es monopolio femenino. Recordará usted a hombres diciendo lo mismo, normalmente con una solemnidad más arrogante y ridícula.

Por cierto, la señora Gómez no estaba sola. Así que, antes de criticarla, podemos leer lo que dijeron otras señoras que la acompañaban. Según informó Belmonte en la web de ABC, Isabel Garro recomendó: «El dinero tenemos que convertirlo en la dinero». Y Pilar Vicente de Foronda aseguró que las mujeres «estamos viviendo un genocidio histórico», y protestó por las «violaciones» en los cuadros de Rubens.

De ellas también podemos aprender a pensar con precisión. Y a cultivarnos, como hacen tantas mujeres que leen los artículos de Rosa Belmonte. Y los libros de María Blanco. Y no votan a Pedro Sánchez. Y se parten de risa.