Los árboles muertos por la sequía convierten los bosques catalanes en un polvorín para el verano

Los árboles muertos por la sequía convierten los bosques catalanes en un polvorín para el verano

El ruido de las desbrozadoras invade el camino de las Aigües de Collserola (Barcelona). Ciclistas y corredores transitan esta conocida ruta entre el eco de las máquinas y los árboles secos. La que ya está en marcha es una de las campañas de prevención de incendios más complicadas desde que Anna Subitjas fue designada en 2021 directora general de Ecosistemas Forestales y Gestión del Medio en Cataluña. La sequía que vive Cataluña desde hace más de tres años ha matado o dañado 66.482 hectáreas de bosques, seis veces el tamaño de la ciudad de Barcelona, y los árboles que han quedado afectados se han convertido en bidones de gasolina. “Las lluvias nos han dado un respiro, pero la situación es crítica”, afirma Subitjas por teléfono a EL PAÍS.

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