Los ataques del lobo a las cabañas se han disparado un 30% en tan solo dos años

Los ataques del lobo a las cabañas se han disparado un 30% en tan solo dos años

En marzo la Junta de Castilla y León publicaba la estadística anual de ataques y víctimas «del lobo». En 2023 se habían registrado 3.558 ataques, resultado de los mismos fue la muerte de 5.566 cabezas de ganado. Dos años antes las agresiones fueron 2.669 y las víctimas 4.288 animales. La situación es de auténtica alarma, ya que en solo dos ejercicios ataque y muertes se han incrementado en un 33,3% y 29,3%, respectivamente. La población de nuestro «canis lupus signatus» se incrementa, sin control oficial, por activa y/o pasiva del Ministerio correspondiente en medio de una pasividad tan nociva como sorprendente.

El lobo ibérico, al igual que el lince, son especies protegidas, lo que conlleva que la legislación los blinde. Las áreas de presencia de estas dos especies viene delimitada por el río Duero, al norte del mismo se encuentra la mayor cantidad de lobos de la Península, con respecto al Lince, su hábitat natural está más al sur del Duero. Son los dos animales de mayor tamaño estrictamente carnívoros silvestres más numerosos en la España peninsular. Ya que excluimos al jabalí, predominantemente herbívoro, del que existen en España más de un millón de ejemplares. Siendo los cultivos su principal fuente de alimentación, mientras que para el lince lo es la fauna ibérica; conejos, perdices, etc… y para el lobo, la cabaña ganadera, especialmente la ovina en las tierras que «patrulla». Pero también tiene en su menú a especies de mayor tamaño; vacas, equinos, jabalíes y corzos, entre otros.

Ecología Verde estimaba en el año 2020 la población de lobos en 1.950 ejemplares. Con la siguiente distribución geográfica, 1.154 en Castilla y León, 587 en Galicia y 209 en el resto del territorio peninsular. Estos datos sitúan a España como el primer país de la Unión Europea en lobos con un 30% del total de todo el territorio comunitario.

La administración central dejó hace una década de actualizar el censo de lobos. En 2014, último registro, se contabilizaron 297 grupos o manadas de estos cánidos. De los que 163 se asentaban en Castilla y León, 77 en Galicia, y 57 en las demás zonas. Guardando relación directa con el número de ataques, siendo en estas dos regiones en donde se concentran el 80,8% de las manadas, donde más animales caen por los ataques de estos depredadores.

Esta falta de datos oficiales se debe en gran medida a que la especie está proliferando y además está incluida en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, lo que restringe el libre acceso a su medio ambiente natural para hacer el pertinente conteo. De ahí la protesta de los ganaderos que denuncian oscurantismo en la cifra real de lobos.

Un poema de José Agustín Goytisolo nos aleccionaba hace décadas sobre el lobo: «Érase una vez un lobito bueno al que maltrataban todos los corderos». ¿Es esta surrealista visión del mundo la que tiene el Gobierno de España que justifica todas las tropelías que comete el lobo con los corderos y otros herbívoros?

La diversidad tiene sus límites, no se puede imponer, no puede haber convivencia normalizada entre esta especie predadora y los humanos. El lobo requiere de un espacio exclusivo y protegido, en donde no haya presencia regular de las personas. El lobo no puede desplazar a los moradores de sus tierras ni al ganado del que los afectados y sus familias viven.

En este sentido, al menos desde Europa se ha puesto algo de cordura y responsabilidad. Hace unos días, los países de la Unión Europea respaldaron la iniciativa para rebajar el estatus de protección del lobo, pasando de «estrictamente protegido» a únicamente «protegido», en línea con la propuesta de la Comisión Europea. España e Irlanda fueron los únicos en votar en contra de una propuesta de cierto equilibrio, mientras que Eslovaquia, Chipre, Bélgica y Malta acordaron abstenerse.

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