Los barones en guerra

Los barones en guerra

A Sánchez se le acumulan los problemas. En orden de importancia, los judiciales están en la pole, la decisión de la Audiencia Provincial de Madrid y la del Tribunal Superior de Justicia de Extremadura, colocan en una posición delicada a su esposa y a su hermano.

Además, los datos que se van filtrando acerca del caso Koldo involucran directamente al líder socialista en asuntos feos como el caso Delcy.

Sánchez ha intentado dar un golpe de autoridad con la anticipación del Congreso Federal. Convencido de que no hay alternativa, ha forzado la máquina para cerrar filas en torno a su liderazgo, sustituir algunos dirigentes territoriales y preparar el camino para un anticipo electoral.

Pero las expectativas no son buenas y los cuadros del partido tienen un olfato especial para detectar los finales de ciclo. En esa clave se explican las respuestas de Tudanca o de Lobato a los planes de sustitución en sus federaciones.

En otro momento, la sumisión hubiese sido absoluta y los cambios se hubiesen realizado sin fricción alguna, pero los responsables territoriales señalados por Moncloa y Ferraz han visto la oportunidad de enfrentarse a Sánchez para impedir su sustitución inminente.

La forma despótica con que ha dirigido el PSOE desde su llegada ha ido acumulando agraviados que esperan la oportunidad adecuada para ajustar cuentas, pero Sánchez no se va a ir sin arrastrar a toda la organización.

Las guerras internas se han declarado en todos los territorios señalados, el más mediático es Madrid, pero, de momento, los focos se han centrado en Castilla y León. Las operaciones de desestabilización ya están en marcha y los cerrajeros de turno están preparados para el cambio de cerraduras en los despachos.

La fuerza de los disidentes es la debilidad de Sánchez y su fortaleza es, precisamente, la erosión de él, pero hay otro elemento que no va a pasar desapercibido a los votantes socialistas.

Los dirigentes que se han rebelado han digerido sin mayor problema los indultos, la modificación del Código Penal, los acuerdos con Bildu, la ley de amnistía y, últimamente, el cupo catalán. Sin embargo, han saltado a los puestos de combate contra Ferraz cuando se ha cuestionado su sillón.

Es de justicia que se defiendan de la arbitrariedad y la dominación caprichosa de Sánchez, pero hubiese sido mejor para todos que lo hubiesen hecho por las decisiones que se han tomado y perjudican a la sociedad española.

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