Los hijos de madres con azhéimer tienen más riesgo de sufrir la enfermedad

Los hijos de madres con azhéimer tienen más riesgo de sufrir la enfermedad

Independientemente de la raza, se sabe que las mujeres tienen cerca de dos veces más probabilidades de sufrir la enfermedad de Alzheimer que los hombres. La diferencia se debe principalmente a que las mujeres viven más tiempo. Tan solo en un 1% o menos de los casos de alzhéimer, el llamado alzhéimer “familiar”, las causas pueden atribuirse de manera exclusiva a un factor genético o hereditario. Actualmente, se sabe que las formas genéticamente determinadas se relacionan con la mutación de alguno de los tres posibles genes identificados (apolipoproteína E- APOE e2, e3 y e4). Los descendientes de estas personas tienen un 50% de probabilidades de desarrollar la enfermedad.

Un nuevo estudio realizado por investigadores del Mass General Brigham (Estados Unidos) sugiere que el hecho de que una persona herede el riesgo de padecer la enfermedad de su madre o de su padre influye en el riesgo de cambios biológicos en el cerebro que conducen a la enfermedad. Al evaluar a 4.400 adultos sin problemas cognitivos de entre 65 y 85 años, el equipo, formado también por científicos de las universidades Vanderbilt y Stanford (Estados Unidos), encontró que aquellos con antecedentes de enfermedad de Alzheimer (EA) por parte de su madre o de ambos padres tenían un aumento de amiloide en el cerebro.

El amiloide es una proteína que se encuentra en nuestro organismo pero, en la enfermedad de Alzheimer, se pega y forma grumos de diferentes tamaños que luego se convierten en placas en el cerebro. Se cree que el amiloide es tóxico para las células cerebrales, aunque aún se está estudiando qué tamaño de cúmulo causa la muerte de estas células.

“Nuestro estudio encontró que si los participantes tenían antecedentes familiares por parte de su madre, se observaba un nivel de amiloide más alto”, destaca el autor principal Hyun-Sik Yang, neurólogo del Mass General Brigham y neurólogo conductual de la División de Ciencias Cognitivas y Conductuales en el artículo, publicado en la revista Jama Neurólogy.

Estudios anteriores más pequeños habían investigado el papel que desempeñan los antecedentes familiares en la enfermedad de Alzheimer. Algunos de esos estudios sugirieron que los antecedentes maternos representaban un mayor riesgo, pero el grupo quería volver a examinar la cuestión con participantes cognitivamente normales y acceder a un conjunto de datos de ensayos clínicos más amplio.

Con este fin, el equipo analizó los antecedentes familiares de adultos mayores sanos, a los que preguntaron sobre la aparición de los síntomas de pérdida de memoria en sus padres y si sus padres alguna vez fueron diagnosticados formalmente o hubo confirmación de la autopsia de que padecieran alzhéimer. “Algunas personas deciden no realizar un diagnóstico formal y atribuyen la pérdida de memoria a la edad, por lo que nos centramos en un fenotipo de pérdida de memoria y demencia”, matiza Yang, según recoge Ep.

Posteriormente, los investigadores compararon esas respuestas y midieron el nivel amiloide en los participantes. Descubrieron que los antecedentes maternos de deterioro de la memoria en todas las edades y los antecedentes paternos de deterioro de la memoria de aparición temprana se asociaron con niveles más altos de amiloide. Los investigadores observaron que tener únicamente antecedentes paternos de deterioro de la memoria de aparición tardía no se asociaba con niveles más altos de amiloide.

“Si su padre tuvo síntomas de aparición temprana, eso se asocia con niveles elevados en la descendencia”, enuncia Mabel Seto, primera autora e investigadora postdoctoral en el Departamento de Neurología de Brigham. “Sin embargo, no importa cuándo su madre comenzó a desarrollar síntomas; si los tuvo, está asociado con niveles elevados de amiloide”.

Seto trabaja en otros proyectos relacionados con las diferencias sexuales en neurología. Así, comenta que los resultados del estudio son fascinantes porque el alzhéimer tiende a ser más frecuente en las mujeres. “Es realmente interesante desde una perspectiva genética ver cómo un sexo contribuye con algo que el otro sexo no aporta”, destaca Seto.

Yang insiste en que una limitación del estudio es que los padres de algunos participantes murieron jóvenes, antes de que pudieran desarrollar síntomas de deterioro cognitivo. Por otra parte, factores sociales como el acceso a los recursos y la educación también pueden haber influido en el momento en que alguien reconoció el deterioro cognitivo y en si alguna vez fue diagnosticado formalmente. De esta forma, los próximos pasos son ampliar el estudio para observar otros grupos y examinar cómo la historia de los padres afecta el deterioro cognitivo y la acumulación de amiloide a lo largo del tiempo y por qué el ADN de la madre desempeña un papel clave.