Los sábados de Lomana: Cómo ser «influ» sin perrito, sin novio cachas y sin niños

Los sábados de Lomana: Cómo ser «influ» sin perrito, sin novio cachas y sin niños

Reconozco que me gustan la redes sociales especialmente Instagram, es entretenido, a través de él sigues y cotilleas la vida de muchísima gente que ni conoces y sin embargo terminan haciéndose familiares. ¿Qué si tengo adicción? Bueno, no diría tanto pero es cierto que todos los días paso un ratito por sus páginas.

Twitter también me gusta, incluso hace unos años me dieron en el cine Callao en premio por votación popular a la mejor twittera de España. ¿Cómo lo ven? Yo estaba más feliz que si hubiese ganado un Oscar. La red X, antes Twitter, solamente la utilizo para temas políticos o grandes partidos de fútbol. La política me jugó malas pasadas al criticar al gobierno de Mariano Rajoy. Sería casualidad, pero al mes me llegó una inspección de Hacienda a saco. Y puedo asegurar por varias razones que fue por eso. Así que ahora calladita y como se suele decir «cremallera en boca». No siempre lo consigo.

En realidad no venía para hablarles de la red de la X, sino de que parecen vidas perfectas en las que muchas parejas se quieren a morir. Todo es felicidad, niños preciosos o el perrito ideal. Si se pone de moda una raza, pues todos el mismo perrito. Parece que lo del perrito es básico para un buen influencer. Todo es perfecto: parejas de guapísimos, ellas aunque acaben de parir están delgadas como un junco y sus casas ideales. Por eso, Instagram nos gusta tanto. Entramos para soñar y ver belleza, es una red muy aspiracional.

Pero si todo ese mundo perfecto un día se desmorona, nos quedamos sin dar crédito, porque hoy son la imagen de la felicidad y al día siguiente se separan. Pero eso sí, se quieren muchísimo, no hay terceras personas, la convivencia estupenda según dicen ellos, pero se separan y si todo sigue sus cauces, terminarán en divorcio.

La gran sorpresa ha sido el matrimonio Morata. ¡Qué desilusión! Parecían la pareja perfecta. Alice Campello hace poco nos contaba cómo él consiguió conquistarla, cuánto amor había en sus vidas bendecidas con cuatro hijos preciosos. La última niña es una muñeca ideal que casi le cuesta la vida a su madre en el parto. ¿Se dan cuenta? Yo no les conozco pero sé su vida al dedillo, al menos lo que ellos nos muestran a través de sus redes. Alice está teniendo más actividad que nunca en su muro, porque hay que aprovechar la gran expectación que suscita la separación. Yo sé incluso que la familia de Alice Campello tiene muchísimo dinero con negocios de concesionarios de coches. Puestos a cotillear, les diré que estoy segura que en Navidad ya se habrán reconciliado.

Este tipo de cotilleo de patio de vecinas es saludable porque en realidad nos la trae al pairo que hagan lo que quieran con su vida, pero da mucho juego en la peluquería y en la prensa rosa. Por eso le comentaba que casi nada es lo que parece.

Yo no tengo nada de lo que debe tener una influencer como Dios manda: un novio cachas, perrito o gato, niños ideales que parece que nunca dan la lata y siempre están limpios y perfectos.

En realidad, solo me tengo a mí misma, mis amigos y amigas, sobrinos nietos que no me dejan publicarlos. No entiendo cómo puedo tener tantos seguidores ganados uno a uno… Y pasarlo tan bien sumergiéndome en esos mundos de ilusión. Se lo recomiendo, no se arrepentirán y si alguien se pone grosero o pelmazo, lo bloquean y a otra cosa. Happy time.

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