Los únicos ganadores de la guerra

Los únicos ganadores  de la guerra

El pacifista Sánchez se muestra exultante de recibir a Zelenski para regalarle más de 1.200 millones de euros en ayuda militar para combatir a Putin. Hay que reconocer que Biden cumple espléndidamente el papel que tiene asignado por el «deep state», ese «estado profundo» que ostenta en la oscuridad un considerable poder, no apoyado en las urnas sino en las ganancias de su complejo industrial armamentístico, y que necesita de guerras para hacer negocio y vivir en la abundancia. Cuando no existe una en el horizonte la provoca, porque sin pedidos no hay negocio y sin él no hay poder. La desaparición de la URSS cerró pacíficamente el escenario geopolítico surgido de la Segunda Guerra Mundial, convertido en la guerra fría desde 1949 con el nacimiento de la OTAN y vigente hasta el 8 de diciembre de 1991 en que, sin violencia alguna, la gran superpotencia comunista se desplomó como un castillo de naipes. Sánchez apoya y paga armas a Zelenski –con el dinero de los españoles– con una mano, mientras con la otra le niega a Israel el derecho a la legítima defensa ante una organización terrorista como Hamás que con un odio a los judíos a la altura del de los nazis, promueve una Palestina «desde el río Jordán al mar Mediterráneo». La vicepresidenta de Sánchez lo ha querido aclarar negándolo, ya que afirma que se refería a los dos Estados, lo que es manifiestamente falso como puede comprobarse. La negacionista Yolanda quiere ejercer simultáneamente el papel de gobierno (siempre «progresista» por supuesto), y el de oposición, expresando un pacifismo tan selectivo como el de su jefe político, que quiere distanciarse rápidamente de ella con quien hasta hace bien poco no había ocasión en que no exteriorizara estentóreos arrumacos. Ya es significativo que, tras más de dos años de guerra en Ucrania, no haya ninguna iniciativa para detenerla y que algunos tomándonos por tontos, digan que no acabará hasta la derrota de Putin. Ya es sabido que la guerra de Rusia con EE UU, con Zelenski de intermediario, y la de Israel con Irán, con Hamás en ese mismo papel, son capítulos de la guerra por el nuevo orden geopolítico multipolar pactado por Xi Jinping y Putin en Pekín en febrero de 2022 antes de desencadenar la «operación militar limitada» en Ucrania.

EE UU no se resigna a abandonar su actual hegemonía mundial y los BRICS han decidido acabar con ese Orden Unipolar. Los demás países son actores secundarios de ese drama del que, de momento, los únicos ganadores son los grandes fabricantes de armamento.