Madrid, rompeolas frente al sanchismo

Madrid, rompeolas frente al sanchismo

Existe una obsesión en la izquierda española con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que no se justifica ni en las derrotas electorales ni en el desparpajo dialéctico de una mujer de fuertes convicciones liberales, que le tiene perfectamente cogida la medida al progresismo de cámara. En realidad, la auténtica razón que se encuentra detrás de una inquina que alcanza tintes de paranoia hay que buscarla en que la gestión política de la comunidad madrileña, una historia de éxito, es el espejo en el que mejor se refleja el fracaso de un socialismo que ha entendido el siglo XXI como el de los «movimientos sociales y las minorías», olvidando que la inmensa mayoría del cuerpo social comparte unos intereses generales comunes de sencillo enunciado.

Y es ahí, en el planteamiento de un «campo de juego» lo más amplio y libre posible para que cada individuo consiga con su esfuerzo y su talento sus metas vitales, donde Ayuso se revela imbatible. Sin embargo, el problema surge cuando la impotencia del adversario para destruir un discurso que le retrata en todas sus carencias y defectos pasa por alto los intereses generales que ha jurado servir para utilizar recursos que no le pertenecen para, a modo de castigo colectivo, desgastar al odiado oponente.

Como hoy publica LA RAZÓN, el Gobierno que preside Pedro Sánchez viene utilizando los Presupuestos Generales del Estado para discriminar financieramente a la Comunidad de Madrid. Dos datos bastan para justificar el aserto: La financiación de la región ha crecido un 4,65 por ciento, frente a una media nacional del 32,7 por ciento –con Cataluña en un 71,1 por ciento más–, y en lo que se refiere a la inversión por habitantes, cada madrileño recibe 193 euros, mientras que a cada residente en el Principado le corresponden 247,45 euros.

Que, pese a todo, Madrid sea la comunidad con el PIB más alto, la que más aporta a la caja común, en la que se recauda el 90 por ciento del impuesto a las grandes fortunas y la que recibe el grueso de la inversión internacional no empece para que el sobresfuerzo al que somete el Gobierno a sus ciudadanos sea absolutamente injusto.

Habla, pues, desde la experiencia en carne propia la presidenta madrileña cuando alerta al resto de las comunidades autónomas de régimen común, incluidas las socialistas, del riesgo que supone entrar en el juego sanchista de las reuniones bilaterales, los «pequeños sobornos», que no sólo buscan diluir la incalificable «mesa negociadora» con Cataluña, sino propiciar, mediante el equívoco, que es la especialidad del servicio de propaganda gubernamental, la desconfianza entre los barones regionales del Partido Popular. Y, una vez más, Ayuso ha ganado por la mano a Pedro Sánchez, sin duda, deslumbrado por las oleadas de Lamborghini que saturan las calles de Madrid.

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