Maldición, es la estadística

Maldición, es la estadística

Al principio, el deporte era sólo emoción. Había táctica y un entrenador en cada aficionado, como ahora, pero las cosas eran más sencillas cuando el hombre occidental no había alumbrado una actividad tan ridícula como condenadamente entretenida: la estadística. Y hoy nos ponemos analíticos para recordar que España nunca ha logrado eliminar al país anfitrión en una eliminatoria de los grandes torneos de selecciones de fútbol. Nueve veces de nueve nos hemos vuelto para casa y así es como, amigos, la estadística abandona la matemática y cobra un poder sobrenatural (les dije que era entretenido y sé que arquearon las cejas) y se convierte en… tachán: maldición.

El principal requisito de una maldición es su antigüedad. Para que sea tal, además de una terca mala suerte, conviene que haya imágenes de antaño, y en este caso, las tenemos. Jugadas fatales de cuando los pantalones se llevaban a la longitud de Fermín Cacho y la alopecia no se disimulaba con un vulgar rasurado. Con esas pintas hemos hecho las maletas con Italia (Mundial de 1934), Brasil (Mundial de 1950) en el pasado «remoto» y con bastante frecuencia nos hemos ido a casa en el pasado reciente frente a los anfitriones: Italia (Eurocopa, 1980), Francia en la final (Eurocopa, 1984), Alemania (Eurocopa de 1984), Inglaterra (Eurocopa 1996) Portugal (Eurocopa 2004), Rusia (en el Mundial de 2004) y la favorita de todos: Corea del Sur, en el Mundial de 2002, cuando fue tal el cabreo nacional contra el árbitro egipcio Al Ghandour que por una vez no nos fuimos con nuestro sentimiento trágico balompédico sino con la ira del conductor al que no respetan un ceda el paso o un pasajero de Ryanair. Lo que la estadística no explica completamente es que, para completar un gafe sobrenatural, debe haber jugadas desgraciadas: un fallo de Julio Salinas, un penalti no señalado a Caminero, un gol mal anulado a Helguera y errores arbitrales groseros de la era pre VAR que se aprecian hoy como obra de la brujería, aunque lo mágico sean, en realidad, los ordenadores. Así que España se enfrenta el viernes a a una maldición, pero ¿saben qué? Alemania no nos gana en un torneo desde hace esos 36 años, cuando nos apearon de su Eurocopa de 1988. Una maldición, o una estadística.