María Cruz y Antoine se quedan en Beirut: “Líbano es un manicomio universal, pero seguimos teniendo fe en este país”

María Cruz y Antoine se quedan en Beirut: “Líbano es un manicomio universal, pero seguimos teniendo fe en este país”

Antoine Khater, de 93 años, y su mujer española María Cruz de la Torre, de 84 años, viven en un barrio cristiano de Beirut, al lado del bastión controlado por la milicia chií Hizbulá. Este matrimonio feliz y bien arraigado en el Líbano no piensa abandonar el país. Quieren permanecer en su casa, entre su gente, rodeados de sus libros y seguir cultivando su amor a una sociedad a la que sienten que tienen que ayudar en un momento tan difícil como el actual, cuando los tambores de guerra suenan más alto y más fuerte que nunca. “Tenemos vocación de servicio, de ayudar a nuestra sociedad que lo necesita”, dicen María Cruz y Antoine al unísono.

Durante décadas él ejerció de profesor y traductor. Con una energía que rebosa su discurso, este reconocido hispanista cuenta que ha traducido al español a Juan Ramón Jiménez, a Santa Teresa de Jesús y a San Juan de la Cruz. En los místicos españoles encontró solaz en medio de tantas guerras vividas en primera persona. “Gracias a Dios nos hemos ido salvando”, dice, si bien recuerda especialmente el golpe que sufrieron en 1989 cuando un “ataque salvaje” del ejército sirio dejó su casa hecha añicos. “Felizmente estábamos en un refugio y sobrevivimos, pero la casa no”. Lograron reconstruirla y volver a comenzar. Pero lo cierto es que las sucesivas guerras que han azotado el Líbano han dejado heridas. Quizá por esos sus dos hijas se hicieron médico y siguen trabajando en el país. “Sé por experiencia propia que cuando estamos lejos y aquí hay guerra, lo pasamos peor que si estuviéramos aquí”, matiza María Cruz.

Decenas de españoles que viven en Líbano están a la espera de poder salir del país en las próximas horas. El Gobierno de España ha establecido un plan de evacuación ante el miedo a que estalle una guerra abierta y muchos se han instalado en el aeropuerto internacional de Beirut para abandonar la ciudad. Antoine y María Cruz insisten en que para ellos “no merece la pena cambiarse ya; tenemos fe en el país a pesar de las guerras salvajes que están fabricando y montando”.

Su posición ante Hizbulá es muy crítica: “Se hacen llamar el partido de dios, pero bien podría ser el partido del demonio o del infierno. Las guerras nunca las hacen los dioses, sino los hombres”. Antoine considera que Israel intentará acabar con la milicia chií, que actúa en paralelo al ejército libanés y se ha convertido en un estado dentro del estado libanés desde hace años. “Hizbulá se ha metido donde no tenía que haberse metido, pero desgraciadamente no tenemos aquí unas autoridades que prohíban a una organización político-militar, dependiente de Irán, que haga lo que quiera, con sus guerras para ayudar a Hamás. Yo soy pacifista y partidario de ayudar al prójimo sea quien sea, pero que se llamen partido de dios… Eso no tiene sentido”.

Antoine y María Cruz se conocieron en la universidad, en Madrid, en 1961. “Nos casamos en 1964 y nos trasladamos a Líbano. Hemos vivido toda la vida aquí. Mi mujer ha trabajado 30 años en el Centro Cultural de España, después convertido en Instituto Cervantes”. Pese al arraigo a su tierra, no puede evitar expresar cierta desazón ante el panorama que se ha instalado en el país, al que describe como “un manicomio universal en el que los locos están sueltos, y donde no hay quien los calme. Nadie puede echar en cara al otro que es un pendejo, porque todos son iguales. Todos tienen como lema o yo o nadie”.

El hecho de vivir al lado de la zona controlada por Hizbulá no les genera un miedo extra. “En mi barrio las cosas están tranquilas a pesar de que limita con el barrio de Hizbulá. El ayuntamiento ha tomado medidas para no permitir que se compren terrenos ni se alquilen casas sin autorización municipal. Cada libanés, desgraciadamente, piensa que es él el que tiene que mandar sobre los demás y tener la última palabra en cualquier asunto. Como dice Cristo, la familia que no está unida vivirá la ruina. Y eso pasa en el Líbano y por eso no acaba de levantarse”.

En Líbano, la embajada española tiene registrados unos 900 españoles, la mayoría con doble nacionalidad o casados con ciudadanos libaneses. Si se dan las circunstancias, todos ellos podrán salir del país. El Gobierno español también contempla un plan para evacuar a los 650 cascos azules españoles desplegados en el sur del país en misión de Naciones Unidas.

El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, ha dicho desde Nueva York que “en estos momentos los españoles en Líbano son nuestra primera prioridad. Si las circunstancias lo aconsejan, no tendremos duda en activarlo”. Por su parte, la portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, aseguró ayer que a los familiares de los militares desplegados en el sur de Líbano se les ha transmitido que los soldados se encuentran “muy bien”, pero que por razones de seguridad permanecen la mayor parte del día en los búnkeres de las bases.

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