Mark Solms: «En cinco años las máquinas podrán desarrollar sentimientos»

Mark Solms: «En cinco años las máquinas podrán desarrollar sentimientos»

El regalo de Mark Solms (Suráfrica, 1961) a la neurociencia ha sido lograr que hiciera las paces con la psicología, sobre todo con el psicoanálisis. Por el camino, Solms ha logrado desentrañar el mecanismo cerebral de los sueños y, más recientemente, ha dado otro pasito en la resolución del enigma de la conciencia. En «El manantial oculto» (Capitán Swing) mantiene que la experiencia consciente va asociada, indefectiblemente, con las emociones y los sentimientos. La frase de Descartes quedaría refraseada entonces: «Siento, luego existo».

¿Dónde localiza la génesis de la conciencia?

La teoría se desarrolla en dos vertientes; anatómica y computacional. Respecto a la primera, considero probado que la conciencia no se origina en el córtex, que funciona de manera inconsciente, sino en el tronco encefálico. Y lo hace a través del sistema reticular activador. Dicho mecanismo no es simplemente un interruptor de encendido. Tiene una particularidad, y es que se trata de una conciencia afectiva, tiene un valor placentero o desagradable que surge de nuestras necesidades biológicas más básicas. Y esas necesidades están reguladas por la homeostasis.

¿Y la segunda vertiente?

Un sistema que puede declararse consciente debe ser uno autoorganizado, término técnico que se refiere a un sistema que actúa espontáneamente para garantizarse la supervivencia. Todo lo que haga será en aras de mantenerse vivo. Eso es el equivalente al funcionamiento biológico de la homeostasis en las criaturas vivas. Tienen que mantenerse a unos niveles determinados de temperatura, presión sanguínea, etc. A eso me refiero cuando digo que el sistema ha de tener unas necesidades, unas intenciones que parten de su propia naturaleza. Es algo imperativo, satisfacer sus demandas.

¿Basta con una?

Adicionalmente, no debe tener solo una necesidad sino varias. Lo digo porque si solo hubiera que satisfacer una se trataría de lo que llamamos una variable continua. Si tienes que mantener dos o más cualitativamente distintas, por ejemplo, la energía y la temperatura adecuadas, entonces deben ser tratadas como variables categóricas. En el ser humano, el hambre y el sueño ambas son desagradables pero de manera distinta. Así que un sistema como el que acabo de describir tiene valores intrínsecos, cosas que son buenas o malas desde el punto de vista interno. No objetivamente. Registran las cosas según su propio criterio. Todo esto caracteriza a un sistema consciente.

¿Cree que a las máquinas alguna vez les afectarán las cosas?

Un sistema de ese tipo acabará teniendo conciencia, sentimientos, no lo dude. Es solo cuestión de tiempo, quizá de unos cinco años. Todo su diseño está orientado a seguir operando, y esa es la base de que te importe algo. Es la más básica motivación. Pero para ello tendrán que ser capaces de monitorizar su propio estado de manera subjetiva y cualitativa.

Su trabajo conecta la conciencia con los sentimientos y las emociones. ¿Siento, luego existo?

No se trata de una especulación, tal y como demuestro en la primera parte del libro. Es una conciencia emocional. La mente se genera literalmente gracias a los sentimientos. Esto no tiene nada que ver con la inteligencia, claro, aunque esta sea el instrumento que usamos para conseguir gestionar los sentimientos.

¿Cuándo sitúa la irrupción de la conciencia en el mundo?

Al menos cuando evolucionaron los cerebros de los vertebrados, hace unos 550 millones de años. Aunque es muy posible que incluso antes de eso porque la estructura del tronco cerebral, que es el que genera sentimientos en los seres humanos, es la misma en todos los seres vertebrados.

Dice que la inquietud científica le nació tras un accidente grave de su hermano y la angustia ante la muerte y la finitud. ¿Podremos descargar nuestra conciencia algún día para perpetuarla?

Estamos muy cerca de poder descargar nuestra memoria con la tecnología necesaria. Hay evidencia de ello, tal y como explico en el libro. Somos capaces de decodificar computacionalmente qué palabra estamos escuchando o cuál estamos a punto de pronunciar. Todo depende del sistema de memoria en el córtex cerebral. Así que, en principio, no estamos lejos de descargar nuestro conocimiento. Pero eso no es la conciencia. Si tu cuerpo físico ya no existe tu inteligencia solo son datos, no eres tú. Así que me temo que no estamos nada próximos a lograr ser inmortales. La inmortalidad exige que sobreviva el cuerpo y no hay nada que haga suponer que podamos conservarlo indefinidamente. La vida es un intento de combatir la entropía, que significa desorden creciente. Pero, al final, la entropía siempre gana. Es una ley científica básica. Nos esforzamos por luchar contra ese caos pero siempre acabamos perdiendo. La conciencia es una forma extendida de ese esfuerzo, pero cuando nuestro cuerpo muere la conciencia lo hace también.

Hay investigadores que creen que es una mera ilusión.

Es la cosa más absurda que se puede decir. No hay nada que pueda ser conocido de una manera más directa que tu conciencia. Y de manera empírica, experiencial. Puedes decir que todo es una ilusión menos tu propia percepción de ser. Es todo lo que eres. Siento, luego existo, como decíamos antes. Iré aún más lejos que eso. Una emoción, un afecto, no puede ser nunca una ilusión. Hasta que no entendamos que los sentimientos son parte de la naturaleza nunca tendremos una ciencia de la mente y seguiremos dando vueltas en círculos con teorías cognitivas o conductuales como tantos años.

¿Qué relación hay entre los sueños y la conciencia?

La característica del sueño es que es un estado de conciencia que sucede mientras duermes. Cuando empecé en los 80, lo único respetable en el mundo de la investigación de la conciencia era la diferencia entre el sueño y la vigilia.

¿Cómo nos ayuda soñar a regular nuestras emociones?

El dormir es interrumpido por los sueños que surgen, que son experiencias emocionales intensas. Como ya he dicho, la parte del cerebro que los genera es la dopamínica, la que nos impulsa a hacer cosas en la vida, a actuar. Esto es realmente sorprendente. Los sueños son alucinaciones en las que creemos que hacemos todo tipo de cosas, pero, en realidad, no nos movemos. Es como si ensayáramos cosas, que probáramos. Hay una gran evidencia empírica de esto.

¿Por qué no recordamos mucho del contenido que soñamos?

Creo que es bueno que no los recordemos porque no son reales, solo alucinaciones. La memoria sería caótica.

Dice que debemos una disculpa a Sigmund Freud.

Él al menos trató de incluir el mundo subjetivo dentro de las Ciencias naturales, eso fue mérito suyo. Esto no quiere decir que tuviera éxito. A diferencia de otros, defendió la psicorealidad y trató de demostrarla científicamente. Su explicación de cómo surge la conciencia es muy similar a mi teoría. Que somos criaturas corporales con necesidades y que esas necesidades las sentimos. Él lo llamaba la pulsión, la demanda que se siente desde el punto de vista biológico para sobrevivir. Además, es curioso porque me interesé por Freud cuando empecé a estudiar el mecanismo de los sueños. Él los estudió desde un punto de vista psicológico y concluyó que el deseo reprimido los motivaba. Aunque esto no sea verdad hay que reconocer que en mis primeros experimentos sobre los sueños entendí que la parte del cerebro encargada de generarlos es la misma que produce el deseo. El sistema de recompensa, la estructura dopamínica del cerebro. Es un detalle pero me hizo pensar que Freud estaba en el buen camino. Desde luego no era infalible, pero no entiendo por qué hay que tratarlo como héroe o villano.