Marta, María y Lázaro, predilectos amigos del Señor, tan cercanos como desconocidos en España

Marta, María y Lázaro, predilectos amigos del Señor, tan cercanos como desconocidos en España

¿Quién es María Magdalena? Se trata de la primera persona a la que se le apareció el Señor tras su Resurrección (sin contar a la Virgen María), a la que envió a comunicárselo a sus discípulos que, tristes y asustados, se encontraban reunidos y ocultos por miedo a ser capturados por los mismos que habían crucificado al Maestro. Por esta circunstancia es considerada como «la apóstol de los apóstoles».

En los evangelios hay numerosas escenas que muestran la especial relación de cercanía y devoción de la Magdalena hacia el Señor. En el de san Lucas se recoge en el capítulo 7 la escena en la que ella, conocedora de que Jesús está en la mesa en casa de un fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume y se puso a sus pies por detrás llorando, mientras comenzaba a regarle los pies con sus lágrimas; los limpiaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con el perfume. Ante ello, el fariseo que le había invitado se decía a sí mismo: «Si este hombre fuera profeta, sabría con certeza quién y qué clase de mujer es la que le toca: que es una pecadora». Jesús, conociendo sus pensamientos, tras relatarle una parábola, le dijo: «Le son perdonados sus muchos pecados porque ha amado mucho. Aquel a quien menos se perdona, menos ama». Y dirigiéndose a la mujer, le dijo: «Tus pecados quedan perdonados». Los comensales empezaron a murmurar: «¿Quién es éste para perdonar los pecados? Pero Jesús añadió: «Tu fe te ha salvado. Vete en paz».

Esa relación con el Señor, conociendo la existente con María de Betania, hermana de Marta y Lázaro, tan cercanos ambos también al Maestro, ha abierto la duda acerca de si María de Betania y María de Magdala eran la misma persona, sobre lo que la Iglesia no se ha pronunciado formalmente, y la Biblia tampoco lo aclara. Sin embargo, san Agustín, Padre y Doctor de la Iglesia, y el Papa san Gregorio Magno coinciden en afirmar que sí lo son. Siguiendo a san Juan Pablo II y su sentencia que subtitula esta serie sobre la Teología de la Historia, de que «en los designios de la Providencia no existen meras coincidencias» −es decir, que no hay casualidades− observamos en estos hechos históricos coincidencias que sin duda refuerzan esta hipótesis de que ambas mujeres son un único y mismo personaje de los evangelios.

Los tres hermanos Marta, María y Lázaro gozaban de tal confianza y cariño del Señor, que a Lázaro lo resucitará tras llevar cuatro días muerto y sepultado en el sepulcro. Y en casa de ellos se alojará el Señor en vísperas de su Pasión, relatando los evangelistas la entrañable escena de Marta que se enoja porque María aparece extasiada escuchando al Maestro reclinada a sus pies y no ayudándola a preparar la mesa para comer con Él y sus discípulos.

Una larga tradición provenzal relata que en el año 48 los tres hermanos huyeron de la persecución de los judíos y los romanos acompañados de otras santas mujeres como María de Cleofás −posible hermana de la Virgen−, María Salomé y varones como Sidonio, el ciego de nacimiento curado por Jesús, y Maximin, uno de los setenta y dos discípulos del Señor, entre otros. Se dice que, embarcados «sin remos ni velas», atravesaron el Mediterráneo alcanzando la costa del sur de las Galias, el actual sudeste de Francia. La localidad de Les-Saintes-Maries-de la Mer (Las Santas Marías del Mar), a donde habrían arribado, se convirtió en un gran lugar de culto, con una antigua tradición local al respecto que incluye la veneración de las tumbas de esas santas mujeres en la basílica de la localidad. Los tres hermanos habrían partido de allí a Marsella, siendo sus primeros evangelizadores, y Lázaro decapitado por ello. Desde allí la Magdalena habría marchado hacia Saint Baume retirada en la soledad de una gruta durante treinta años («baume» significa «gruta» en lengua provenzal). Marta irá a evangelizar a Avignon y Tarascon (conocida por la obra de Tartarin de Tarascon). Sidonio, el nacido ciego curado por Jesús, lo hará a lo largo del valle del Ródano, y enterrará el cuerpo de María Magdalena en un pequeño oratorio, donde él mismo será enterrado a su muerte.

Estas tumbas encontradas en el siglo XIII son el origen de la construcción de la Basílica. La intercesión de María Magdalena a lo largo de los siglos se ha manifestado en una innumerable cantidad de favores y gracias, curaciones, conversiones y milagros obtenidos por los peregrinos que fueron a rezar ante la tumba. En el siglo XIV el prior del Convento Real de San Maximino registró ya ochenta y cuatro testimonios de curaciones obtenidas por habitantes de la región. En 1279 el Conde de Provenza Carlos II de Anjou, sobrino del Rey San Luis, encontró bajo la iglesia románica de San Maximin el acceso a una cripta que había sido amurallada durante siglos, y descubrió cuatro sarcófagos paleocristianos. Uno de ellos fue identificado formalmente como el de María Magdalena. Sus reliquias habían sido escondidas en el sarcófago del ciego Sidonio alrededor del 710 por los monjes para evitar que cayeran en manos de los sarracenos que habían invadido la península ibérica. Al abrir la tumba en 1780 se encontró intacta la reliquia conocida como el «Noli Me Tangere», el trozo de piel que, según la tradición, es la que recubría su frente tocada por Jesucristo cuando le encargó comunicar a sus discípulos que Él había resucitado, pidiéndole que «no le tocara» (Noli Me Tangere») ya que «todavía no había subido al Padre». Esa singular reliquia se venera ahora en un tubo de cristal bajo la reliquia de su cráneo, datado en el siglo I, que desprendía un intenso aroma de esencias cuando fue encontrado. Respecto a su lengua, fue hallada en el siglo XIII.

En cuanto a san Sidonio, su sarcófago está en la misma cripta, a su derecha. Sucedió a san Maximin como obispo en Aix-en-Provence al fallecer éste. Al igual que él, ha obtenido numerosos milagros y su oración se considera poderosa intercesora para la curación de cuerpos y almas.

Respecto a Marta, la tradición provenzal dice que fue llamada por los lugareños de Tarascon, conocedores de la fama que la acompañaba, para que les ayudara a deshacerse de un monstruo −la Tarasque− que les aterrorizaba. Después de haber dominado al animal con la Cruz, se quedó a evangelizarles. Esta tradición data del siglo XII y se apoya en la mención al Rey Clodoveo que se curó de una grave enfermedad en el año 502 en Tarascon por intercesión de santa Marta. Era la única iglesia de la Cristiandad dedicada a su culto, que aparece ya citada en 962. La arqueología confirma esta tradición. En el año 1979, en una excavación en la iglesia, se descubrió una tumba fechada en 320. Las reliquias encontradas muestran que el cuerpo encontrado allí es el de una mujer de unos sesenta años, de pequeño tamaño, y muerta de forma natural en el siglo I.

Esta iglesia se convertirá en uno de los santuarios más famosos de la Provenza, y grandes santos acudirán allí a rezar ante una querida discípula de Jesús: san Luis Rey de Francia en 1248, santa Brígida de Suecia en 1342, santa Catalina de Siena en 1378, san Francisco de Sales en 1622, san Vicente Paul en 1666. Además de ellos, muchos papas, desde Urbano II en 1096, hasta Angelo Roncalli, futuro san Juan XXIII, que estuvo allí en 1948 siendo nuncio en París.

Induce a la reflexión que en una misma región geográfica de limitado tamaño con epicentro en la pequeña localidad de Cotignac, coincidan testimonios tan relevantes de los primeros tiempos de la Cristiandad como los reseñados. Por una parte, parecería que estando aquellas tierras evangelizadas por esos entrañables amigos del Señor, su Madre la Virgen María y San José, su padre adoptivo, hubiesen querido refrendar ese hecho con su aparición en Cotignac, donde sendos santuarios lo evocan. Asimismo, llama la atención que en España, nación de profundas raíces cristianas y vecina de Francia, estos singulares sucesos sean desconocidos.