Nick Cave: “No sé dónde estaría si mi hijo no hubiera muerto. El dolor te convierte en persona. Antes estaba a medio hacer”

Nick Cave: “No sé dónde estaría si mi hijo no hubiera muerto. El dolor te convierte en persona. Antes estaba a medio hacer”

Impresiona estar frente a Nick Cave: el australiano salvaje, el más fiero de los punks, el yonqui renacido, el crooner que salió del infierno, el hombre que se come crudos a los periodistas. “¿Eso cuentan de mí? Bueno, está bien saberlo”, dice el músico (Australia, 1957), con una media sonrisa. A ver, lo primero que se lee en su libro Fe, esperanza y carnicería es que detesta las entrevistas. Cave vuelve a sonreír: “Ahora me gustan, porque disfruto de una buena conversación. Mi problema era esa terrible situación en la que me sentaba con un periodista de rock y sabía de qué íbamos a hablar: el nuevo disco o la próxima gira. Él se aburría y yo también”, explica, untando mantequilla delicadamente en su croissant. Desayunamos en un lujoso hotel de Londres un lunes de verano, justo después de la victoria laborista en las elecciones legislativas. Vive en Inglaterra desde hace décadas. ¿Le interesa la política? “Mucho, o al menos lo que sucede en el escenario internacional. Pero desde un punto de vista relativamente neutral, diría yo. A la gente no le gusta, pero soy así. Ni siquiera llega a ser una postura política. Puede que sea un terrible fracaso moral, pero no tengo verdaderas convicciones en ese sentido”, responde.

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