Nicolás Villamizar encuentra el “Sosiego”

Nicolás Villamizar encuentra el “Sosiego”

Esta nueva etapa de Nicolás Villamizar empieza con el término «desasosiego». «Una palabra fatalista, con mucho peso –señala el artista–, un estado desolador». Pero la chispa le surgió, explica, al detenerse el antónimo de esta, «sosiego»: «Pese a ser lo opuesto, su significado no era vital ni enérgico, sino la calma, la paz», dice al tiempo que esa misma «paz» le invade y hace relajar el tono.

Para Villamizar el «sosiego» acaba transformado en «aburrimiento», en la repetición, en la «rutina», recalca. Sin embargo, no piensen en una costumbre entendida como algo negativo, sino como una «reivindicación», sostiene. El pintor colombiano (Bogotá, 1982) cambia de registro para romper una lanza en favor del «derecho al aburrimiento». «Pensamos que la vida tiene que ser dopamina e inmediatez; más ahora, con las redes sociales, donde todo tiene que ser un éxtasis constante; y se nos olvida que en el estado de letargo es donde se encuentra la vida».

Es la reflexión principal que se encuentra detrás de los diez lienzos que se exponen el 12 y 13 de septiembre en «Sosiego», en The Global Art Company (calle del General Arrando, 16, en Madrid). Los colores llamativos, vibrantes y las numerosas capas del Villamizar que se ha conocido hasta ahora pisan el freno y entran en un estado de relajación máximo, como si el artista hubiese entrado en un proceso de depuración.

[[QUOTE:PULL|||Ha cambiado el rock y el indie por la música clásica contemporánea y el jazz low-tempo]]

Melómano reconocido, ha dado al «pause» al rock y al indie que le acompañaban en sus creaciones para darle paso a la música clásica contemporánea de Max Richter, Ólafur Arnalds o Wim Mertens; y al jazz low-tempo de figuras icónicas como Chet Baker y Miles Davis. Bajo estos acordes se ha gestado una serie en la que los colores ahora son menos vivos. «Hay una economía en la narrativa y en los materiales», sostiene. La libertad de antaño de enfrentarse al lienzo en blanco sin boceto e invadido por una música «más dinámica» ha dado un giro hacia la tranquilidad. «Necesitaba pausa. Aquí todos los cuadros tienen un boceto previo. Al salirme de mi zona de confort me ha resultado más difícil la improvisación. Son pinturas con más reflexión».

Nicolás Villamizar quería que cada cuadro representara «una palabra, una emoción o una escena». Así, «Nostalgia», «Otoño», «Sueño», «Noche»… se reparten por la sala sin buscar vibraciones fuera de tono. La calidez de la chimenea de su taller de Usera es una de las imágenes recurrentes que han acompañado al artista. Especialmente en el «Fuego» de una de sus obras: «Puede que se salga algo de la dinámica del conjunto por la fuerza del nombre», pero no por su espíritu. Aquí no se habla de un fuego violento y sí de esa hoguera hipnotizante y candorosa: «Sorprende la calma que puede aportar un elemento tan agresivos». Es un imán ante el que abstraerse y pasar «horas de reflexión o de búsqueda en nuestro propio pasado». Una idea que abraza el colombiano al tiempo que destierra el «scroll» infinito de las pantallas en el que el hechizo no genera nada de provecho.

«Sosiego» es la manera que Villamizar ha encontrado de frenar la hiperactividad. Como si estuviera acurrucado junto a esa chimenea, repasa las rutinas que la dan la paz: «Todo es una reflexión del tiempo y de cómo lo aprovechamos. Es el oro de hoy. La gente carece de él por trabajo, hijos o, simplemente, por las redes sociales». El pintor apuesta por sus hábitos. «Despertarme pronto, tomar un café, leer un libro, aunque sean dos páginas, poner un vinilo… Volver a la materia en esta vida sin freno». Eso sí, es un animal de costumbres y ya avisa de que «el rock & roll siempre vuelve», y el Nicolás Villamizar que hemos conocido, también lo hará.

Dónde: The Global Art Company, Madrid. Cuándo: 12 y 13 de septiembre. Cuánto: entrada libre.

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