Nicole Kidman enseña al festival de Venecia a través del sexo extremo el camino hacia la libertad

RMAG news

Una esposa y su marido tienen sexo. Cuando terminan, se miran a los ojos. “Te amo”, dice él. Ella tarda un rato en contestar lo mismo. Y, en cuanto su pareja se duerme, corre al ordenador para masturbarse con porno de dominación y tener así el orgasmo que antes fingió. Ya está todo dicho. Un par de secuencias más tarde, en la empresa de la que es directiva, la señora dedica un largo contacto visual al recién llegado becario. Los reclamos de Babygirl, de Halina Rejin, presentada hoy en el concurso del festival de Venecia, enseguida están encima de la mesa. Nicole Kidman. Antonio Banderas. Y la valentía de explorar —¿o cruzar?— las fronteras entre consentimiento, represión, poder, abuso y libertad sexual. Hubo quien, en la Mostra, se escandalizó. Señal, por otro lado, de que el filme dio en el clavo.

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