No quedará ninguna pregunta por responder

No quedará ninguna pregunta por responder

Si Dios no fue del Madrid los primeros 45 minutos de Wembley lo disimuló como nunca, y Dios no es de los que sabe disimular: siempre hay un momento en que asoma la patita, cierto que debe de ser duro ser Dios y no poder decirlo. Así que el Borussia encendió a su afición hasta iluminar Londres, y en el barrio de Mayfair se presentó en la mañana del sábado un grupo de alemanes con uno con la camiseta de Cádiz: “¿Y tú?”, le preguntaron, “yo del Cádiz y del Borussia, como todos allá”, respondió con acento de Chiclana (juegan en otra liga y hay que callar y aplaudir). Después de poner a arder Londres, los alemanes se dispusieron a sembrar Wembley de hogueras hasta dejar al Madrid más aturdido que nunca en una final de Champions: distraída la defensa, quejoso el centro del campo, los alemanes picaron la portería del Madrid como pájaros carpinteros. Un 2-0 hubiera sido lo lógico, un 3-0 ninguna sorpresa. Un 0-0, una fría sentencia de muerte para el Borussia.

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