Norma Duval: “A Matthias y a mí nos gusta tener libertad”

Norma Duval: “A Matthias y a mí nos gusta tener libertad”

Recién aterrizada en Barcelona para inaugurar la tienda Punto Roma situada en Paseo de Gracia, Norma Duval nos atiende tras ejercer de «personal shopper» improvisada de muchas de las asistentes. Como ella misma dice, no es solo imagen de Punto Roma, sino que desde hace dos décadas, la marca es parte de su vida y prueba de ello es que conoce todos los secretos de cada prenda. Pero la prensa es también parte de su andadura, y por eso se sienta con LA RAZÓN para hablar de su gran momento personal.

Estás impresionante. Por favor, no me diga que bebe mucha agua y duerme ocho horas…

Precisamente me acabo de hacer un chequeo y aunque estoy sanísima, me han dicho que tengo que beber más agua. Resulta que tengo que llevar una botella en el bolso, pero no sé dónde la voy a meter…

Lleva un traje elegantísimo hoy. ¿Se acabaron los escotazos y los vestidos sexys?

En el escenario me he puesto de todo y he sido muy sexy, pero en mi vida privada, siempre he sido lo contrario. Toda la vida he sabido diferenciar bien mi vida profesional de la personal, en la que nunca me he vestido de vedette. Tengo un estilo muy definido: elegante, tendente hacia lo clásico y adaptado a mi edad. Tengo muy claro lo que puedo y lo que no puedo ponerme ya.

¿Y qué es lo que no se pondría ahora?

¡Una minifalda! No me voy a vestir ahora como me vestía cuando tenía 20 años… ¡Estaría ridícula! Tengo mucho sentido del ridículo. En cambio, en el escenario he sido súper avanzada en todo. Estoy feliz de cómo estamos evolucionando las mujeres, pero todavía tenemos que luchar mucho.

Ahora se llevan mucho las series que revisitan la historia de iconos pop de nuestro país. ¿Para cuándo la suya?

No me interesa para nada, habría que contar muchas cosas… ¡Mejor quedarnos calladitos!

Nunca ha hecho el papel de la «tópica» rubia tonta, ¿le han pedido alguna vez fingir que no era tan avispada?

Soy como soy: genuina y transparente. No he jugado ni a la lista ni a la tonta. He hecho lo que he considerado. No me gustan nada los clichés.

Ha esperado 13 años para casarse con Mattias. A usted lo de las prisas, como que no…

Estuve volcada en el cuidado de mi madre, que tenía Alzheimer, y como Matthias y yo llevamos ya tantos años juntos, no había prisa alguna. A mí, lo que hagan los demás me parece perfecto. ¿Quién soy yo para decir a la gente lo que tiene que hacer? ¡Qué cada uno haga lo que le dé la realísima gana!

Tienen una relación muy libre, ¿no?

A Matthias y a mí nos gusta tener mucha libertad. Es cierto que me pasó el día en el avión, pero no es ningún drama. Me cuesta más ir a Canarias (¡con lo que me gusta!), porque al final, voy más rápido a Suiza.

Hoy lleva el pin de cinta de concienciación sobre el cáncer de mama, una enfermedad que para usted es especialmente importante…

Perdí a una amiga por cáncer de mama. Hablo de Raimunda de Peñafort Lorente, fue la primera magistrada juez del Juzgado contra la Violencia de la Mujer. Murió con 54 años. Nunca tenía tiempo para hacerse una revisión, y un día se encontró un bulto. Le dije que se lo mirara… Tenía tres hijos, todos con doble carrera. Cuando recibió el diagnóstico, dijo: «Ojalá la vida me dé una tregua de cinco años para que mis hijos terminen las carreras». Se murió a los cinco años, en mis brazos. Fue ella quien me presentó a Concha Azuara, que fue quien me casó con José Frade, y que ha sido la testigo de mi boda con Matthias.

¿Cree que el duelo se supera del todo?

Hay heridas que no se cierran jamás. Negarlo es tontería. Todos nos vamos a morir, pero cuando te vas joven, como se fue mi hermana, con hijos pequeños y con ganas de vivir todo lo que le quedaba por hacer, me parece una injusticia. Y esta herida es muy difícil que se cierre.

En el caso de su amiga, ella antepuso el trabajo a su vida personal e incluso a su salud. ¿Ha sido su caso?

El trabajo me ha quitado mucho, hasta que un día dije: hasta aquí. Llevaba una vida maravillosa, pero era una locura. No he visto a mis hijos de pequeños tanto como me hubiera gustado, y por eso siempre he estado muy agradecida a mis padres, que los cuidaban. Pero también he trabajado mucho la vida personal, y el amor me ha tratado bien.

Para terminar, ¿siempre ha llevado las riendas de su carrera profesional?

A estas alturas puedo decir que siempre he hecho lo que he querido, cómo he querido y cuándo he querido.