Veo a una señora de una asociación nudista, que debe tener mi misma edad pero no mi fibrosa figura, pregonar a los cuatro vientos de la tele sin tela que los que vamos vestidos a la playa como es debido, un burka de Luis Vuitton por ejemplo, le estamos robando su espacio vital. Me pregunto si será una promoción de «Aruseros», el hombre del eterno moreno, pero la señora va en serio, vaya, que está seria aunque en pelotas. Estar serio y en pelotas es un oxímoron, pero ya los «oximorines» no son como los de antes. El oxímoron de hoy se ríe de sí mismo, de lo contrario esta señora en pelotas no saldría por televisión en horario infantil y con una teta mirando a poniente y otra a levante, como una retinta de Cádiz. Que lo mismo valdría para un señor, pero resulta que la que salió por televisión fue esta señora, repito, que nos acusaba de invadir esas playas donde van los nudistas, que es verlos y salir corriendo. No quedose satisfecha con esas afirmaciones sobre la gente que mantiene una cierta decencia estética, de la que estamos tan necesitados, y casi aboga por la prohibición del traje de baño en las playas, algo contra lo que mi señora madre se manifestaría por primera vez.
El alcalde de Oleiros, el sitio tan molón y pijín frente a Coruña, cree que las palayas nudistas son un prostíbulo. Hombre, no es para tanto. Esta señora, oiga, o este señor, parecía muy decente en lo sexual, era como una monja desnuda, aunque tuviera menos estilo que Álvaro Morata. El caso es que lo que hoy es noticia es que la señora de las tetas fustigaba a los que entran en su terreno con un adosado textil. Perdonen si son ustedes de la misma religión que la señora, pero el nudismo es la estupidez puesta al sol, el cuerpo deliberadamente absuelto de la culpa de ser bello. Al contrario de lo que piensa el alcalde de Oleiros, el nudista tiene atributos, pero no sexo. Son todo lo líquidos que permite Bauman sin el que, eso sí, estaríamos desnudos. De ahí que esta parrafada que debería empezar: «Veo a una señora licuarse». Yeah.
