Nuestra Reina Isabel la Católica

Nuestra Reina Isabel la Católica

Nuestra gran Reina Isabel de Castilla y su esposo el Rey Fernando de Aragón ocupan un importante papel en la Historia como los Reyes Católicos, y ella en particular tiene abierto su proceso de beatificación desde el año 1958. Desde entonces, la Comisión trabaja por superar las dificultades propias de una causa histórica de estas características y de las creadas por los promotores de la «leyenda negra». Esta misma denominación ya define su objetivo que era -y sigue siendo- destruir la honra y la fama de la extraordinaria obra evangelizadora llevada a cabo por España en el «Nuevo mundo» y que hoy integra a «los fieles que rezan y hablan con Dios en español», y que hoy «representan una gran porción de la Iglesia», en feliz expresión de san Juan Pablo II. Fue la envidia hacia esa gesta -por parte de nuestros competidores y enemigos-, que convertirá a la Hispanidad en «un imperio en el que no se ponía el sol» con las relevantes consecuencias económicas, políticas y religiosas, la que diseñó esa leyenda descalificadora («negra») opuesta a la auténtica verdad de la Historia. En esa extraordinaria epopeya, nuestra Reina Isabel ocupa un papel primordial y esa leyenda no podía quedar al margen de ella. Su proceso de beatificación hubiera podido y debido tener un primer gran momento de luz con ocasión del «5º Centenario de 1992», pero razones «pastorales» -en expresión del Arzobispo de Valladolid, y presidente de la Conferencia Episcopal Española Luis Argüello, gran promotor de la Causa-, la obstaculizaron. Las razones esgrimidas las resume en tres: 1) La expulsión de los judíos en 1492; 2) la relaciones con el mundo islámico (conquista de Granada, y cristianización posterior) y 3) los movimientos indigenistas, hoy impregnados del pensamiento «woke». Con indudable acierto, el Arzobispo afirma que para superar esas dificultades la única receta es la Historia. Promover estudios históricos y teológicos del contexto histórico y político que vivió la Reina, porque «no podemos juzgar hechos de hace 500 años, con los ojos de hoy». Acertada también la referencia a sus virtudes personales y su ejemplo de buena gobernante cristiana, como inspiradora de quienes «se dedican profesionalmente a la vida pública, ayudándoles a cultivar las virtudes cristianas en lo social». El codicilo de su testamento es un documento que refleja nítidamente esas virtudes reconociendo como súbditos de la corona a los indígenas, en igualdad de derechos a sus súbditos de Castilla y Aragón por ejemplo. Apelamos a la memoria de la verdad histórica que no tiene nada que ver con la memoria histórica ni la democrática. «La Verdad nos hace libres» y el Señor de la Historia la proclamará.

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